–Tienes que escribir una semblanza de Pablo –me dijo Bornia.
Y pensé –¿Para qué? Si todos los que lo conocimos estamos de acuerdo en su grandeza, en los valores que vivió y difundió, en su bonhomía, en su sencillez y don de buena gente.
Y me contesté – ¡Por eso! Para reafirmarlo y asumir el desafío y el compromiso de procurar ser un poquito mejor, de ser solidario y comprometido en nuestra sociedad y en nuestro terruño sin aspirar nada a cambio, como él lo hizo.
Lo conocí en 1979 cuando, docente recién recibido, comencé la osadía de la educación en el Colegio San Javier. Él ya gozaba de mucha consideración y respeto. Me llamó la atención esa “casi aureola” en una persona que en el trato cotidiano no mostraba facetas muy destacadas: más bien humildad, receptividad, sí mucha disposición y respeto.
Y así continuó una relación fraterna, con encuentros de corredores, de sala de profesores, jornadas académicas y de –eso sí– todas las veladas extracurriculares de encuentro, de celebración, de deporte, etc.! Y empecé a entender su mística: su capacidad de unir, de convocar, de armonizar, era evidente.
Su propia disposición y su condición de escribano del Banco Hipotecario le permitió (nos permitió) participar en la empresa de “casa propia” de varios compañeros entre los que me cuento. Y ahí, nuevamente, apareció su solidaridad expresada “como al descuido”, restándole importancia al gesto, de manera de no herir el orgullo de quienes lo recibíamos. No cuento detalles para no traicionar la decisión de Pablo que siempre procuró que fuera casi de anonimato.
Pero fue en el frente político donde se estrechó nuestra amistad: campaña del NO (1980), del Voto en Blanco (1982) y desde 1983-84 en la Mesa Política del Frente Amplio, hasta que su enfermedad no le permitió participar más.
Y en ese ámbito Pablo, fundador del Frente Amplio del ´71 (donde no fue su primer candidato a Intendente porque no lo permitía su edad), demostró su grandeza y capacidad de conducción. Siempre disponible, buscando y convocando, zurciendo diferencias, potenciando candidatos, formándolos y acompañando. Superando diferencias y hasta ingratitudes inmerecidas.
Nos enseñó, con su palabra, con su acción, con su vida, que la política es una actividad noble si se la practica con nobleza, que todos somos importantes, que hay que hacer lo que se dice, que hay que respetar a los rivales.
Todo su accionar estuvo siempre enmarcado en clima de fraternidad, de mucho respeto, sin grandilocuencia, pero no nos equivoquemos: su afectuosidad, su respeto por todas las opiniones no debe confundirse con tibieza o debilidad de convicciones. Era muy firme en sus ideas y perseverante en su concreción. Fui testigo de varios casos en los que fue lealmente terco en su defensa.
Pudo –y supo– desempeñar todas las funciones en el Frente Amplio: fundador, conductor, presidente, delegado, interlocutor y humilde militante de Comité de Base, asumiendo cada una de ellas con igual responsabilidad, dedicación y orgullo.
Una propuesta que realmente me felicito, cuando los cambios en la situación política del Frente Amplio hicieron electivas las candidaturas y ello trajo su paso al costado que indicaba su humildad y su apuesta unitaria, fue la de sugerir designarlo Presidente de Honor, lo que fue aprobado por unanimidad. Ello posibilitó que continuara su incidencia en la conducción de la fuerza política con la fuerza que su persona ejercía.
Pablo Emilio –como yo lo llamaba cuando él me decía Jesús Ariel– tuvo tiempo, dedicación y amor para construir –junto a Ana– una hermosa familia que lo cuidó y mimó cuando otros tantos no pudimos.
¡Ojalá que su cielo –como el de Tomás– esté regado por lluvias de bondad y dicha que aquí generaron! ¡¡Sea!!
- JESÚS ARIEL CASCO
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Pablo Emilio Inthamoussu Telechea, falleció a los 79 años de edad en la ciudad de Tacuarembó, el 14 de diciembre de 2023.
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