Sentimos un personal afecto por el hombre y el jerarca José Mujica.
Por ello, ante el suceso de sus palabras sobre Cristina y su fallecido esposo, tomadas de un registro circunstancial. Pensamos que nuestro Presidente ha caminado por la cornisa de sus expresiones hace largo rato. Un ciudadano común y corriente puede expresarse, sin limitaciones en una rueda café. Un jerarca por su propia significación, que excede a lo personal, debe tener, lo quiera o no, una autocensura. No puede expresarse públicamente en cuanto al contenido de su pensamiento, sin que el freno de su propia representatividad, detenga su lengua en lo que Homero llamó «el cerco de sus dientes».
Hay toda una cacería mediática para atraparlo en un resbalón. Pensamos que debe tener un micrófono hasta en el cuarto de baño. Lo persiguen día y noche micrófonos y cámaras para hacerlo caer en un dislate o una contradicción. Por eso nos duele este suceso. Porque el Pepe es muy
superior a la imagen de un disparador de sorpresas, muy por encima de ese campechano absurdo que intentan vendernos sus enemigos de adentro y de afuera. Esta turbiedad pasará. Pero más vale cuidarse. El enemigo acecha.
Washington Benavides
-Benavides se refiere a las palabras dichas por José Mujica en Florida sobre la Presidente argentina.
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