EL FRENTE AMPLIO SIN ASTORI / Por Esteban Valenti

Un médico me hizo una definición del Frente Amplio de hace algunos años que considero muy precisa y acertada: “era un mar de grados 5 de la Universidad”. Y era una gran ventaja, que sin duda se vio reflejada en su acción política departamental y nacional. El nivel de los principales dirigentes del Frente Amplio incluía un número de profesores universitarios de primer nivel. La situación ha cambiado radicalmente y debemos asumirla.

No se gobierna bien solo por contar con una cantidad de profesores universitarios de alto nivel, pero es un soporte, un punto de partida de extrema importancia.

Yo quiero diferenciar uno de estos rasgos, en la campaña electoral y si ganamos las elecciones no contaremos con Danilo Astori, que fue sin ningún lugar a dudas un factor fundamental de la acción política y de gobierno de la izquierda en el Uruguay.

No olvidemos que en la mayoría de los países donde la izquierda llegó al gobierno, uno de sus puntos débiles y de fracaso fue la economía.

Yo no comencé mi labor en las campañas electorales junto a Astori,  al contrario en las elecciones internas de 1999 apoyé a Tabaré Vázquez, pero entendí su valor en la crisis del 2002 y la importancia de definir antes de las elecciones del 2004 su posición como futuro Ministro de Economía y Finanzas. Fue un elemento de principal importancia, cubría todo el flanco más complejo de un proyecto de gobierno: la economía de manera integral. Daba confianza y seguridad a todos los niveles sociales y económicos.

Y la gente no se equivocó, el Uruguay en el 2004 (gobierno de Jorge Batlle) comenzó a salir de la crisis con un crecimiento del PBI del 5% y sin embargo, ese mismo año 50.000 personas se precipitaron en la indigencia. Ese era el eje de toda la situación del país. Lo primero que debía atender un gobierno progresista a partir del 2005, no solo el crecimiento de la economía, sino evitar que se consolidara una zanja social creciente y terrible, sobre todo a nivel de la pobreza e indigencia de la infancia que alcanzó el 61.4% en ese mismo año 2004. El Uruguay era el país donde se había producido el mayor aumento de pobreza infantil de todo el continente.

A nivel general la pobreza en el 2004 era del 39.9% (con 13.886 millones de dólares del PBI), mientras que en el último año de gobierno del FA la pobreza fue de 9.4%, con un PBI de 62.050 millones de dólares.  Un gran cambio medido en los 15 años.

El mundo de los números, de los porcentajes, siempre con esa terrible apariencia de esterilidad, de sequedad para la gente que gana unos pocos cientos de dólares, es en realidad inexorable para el balance de cualquier gobierno y de cualquier situación política. No lo es todo, la política contiene necesariamente muchos otros elementos, pero es inexorable. Como decía Antonio Machado «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Y no es prudente ir camuflado eternamente…».

Detrás de esos números atronadores, de crecimiento ininterrumpido durante 15 años, como nunca antes se había producido en el Uruguay y de mejora de los indicadores sociales, estuvo siempre Danilo Astori, aunque reconozcamos que el tercer gobierno del FA, no tuvo ni el impulso ni los resultados de los dos anteriores. Y fue el principal motivo de la derrota electoral del FA del año 2019. No la única.

Ahora Astori no está y hay que pensar a fondo y con sentido crítico las consecuencias. Astori no era solo un grado 5 de economía, era mucho más, cubría en la izquierda todo el flanco, tanto cuando estábamos en la oposición como en el gobierno, de la economía política, del enfoque político de la política económica y a ello hay que agregar que se supo rodear de un equipo de nivel y acorde a los objetivos propuestos. Y los alcanzamos.

Ese es hoy un vacío que no podemos llorar o lamentar, hay que trabajar con mucha inteligencia para cubrir esos temas, con políticas, con programas, con cuadros, son esa mezcla de audacia y realismo que siempre necesita la izquierda.

Gobernar no es solo ordenar, elegir prioridades, sobre todo en economía, es tener un rumbo con objetivos claros y con un diseño de las fortalezas y las dificultades para alcanzarlos. Y con rigor, una condición imprescindible.

Astori aportaba incluso durante la dictadura, desde su audición radial, una visión de la situación económica, social y política no solo rigurosa, sino comprensible para el gran público y contribuyó de manera importante a desmoronar las mentiras y la propaganda del régimen.

Posteriormente en las batallas políticas contra los gobiernos de derecha de Sanguinetti, Lacalle, Sanguinetti y luego Jorge Batlle, sin caer en simplezas y en adjetivos gruesos, discutió y fue ganando esos debates ante la mayoría de la ciudadanía. Y una parte importante lo recogimos en la campaña y las elecciones del 2004.

Dormíamos tranquilos, nosotros y la mayoría de los uruguayos.

Incluso cuando montaron en 1999 la celada del impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF) fue fundamental en el balotaje, con su anunció de que sería el futuro ministro de economía, ayudó a parar la ofensiva, cuyo objetivo no era solo para esa etapa, sino hacernos bajar en la votación del balotaje y propinarnos una dura derrota política. Esa elección no la hubiéramos ganado, no se salta del 30% al 50% en un lustro, pero podía comprometer un periodo mucha más amplio.

El anuncio de Vázquez desde los EE.UU. que Danilo Astori sería el futuro ministro de economía en el 2004 consolidó la posibilidad de triunfar y hacerlo en la primera vuelta.

No era solo ni principalmente un aspecto electoral, era la demostración que la izquierda, el progresismo ofrecía garantías, seriedad y avances posibles a la sociedad uruguaya, tan golpeada por la crisis del 2002-2003.

No busquemos ahora alguien que lo sustituya, busquemos un conjunto de medidas, de propuestas, de cuadros, un equipo sólido y coherente y un presidente que dio muestras en su anterior actividad de gobierno, la Intendencia de Canelones que sabe manejar las finanzas y la economía. Asumamos la falta, con sobriedad y gran seriedad, sabiendo que tenemos un capital político y de cuadros como para esta nueva etapa, que también será compleja.

Lo que nos dejará la coalición, que iremos descubriendo paso a paso, no solo a nivel fiscal, de endeudamiento, sino de juicios internacionales contra el Uruguay, de debilitamiento de la inversión social y en servicios y empresas del Estado, será una herencia muy pesada. Pero ya demostramos a partir del 2005 que podemos no solo invertir la tendencia de la decadencia material y social del país, sino también de recuperar la confianza de los uruguayos en su país.

Volver a invertir la migración, que vuelvan al país más uruguayos de los que se van cada año, ese no es solo un cambio demográfico muy importante, es un estado de ánimo nacional diferente, es parte esencial del Uruguay del bienestar.

También en eso Astori hizo aportes muy importantes, con una sólida base intelectual y política. Recordarlo en esta etapa, es uno de los frentes de la batalla política, ideológica y cultural que debemos librar y ganar.

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

 

 

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