Hoy me atrasé con la columna de Navegaciones. Recién ayer lunes me dieron de alta en el sanatorio. Me operaron el viernes. Rápido, eficiente, impecable y doloroso. Anoche estaba de nuevo en camino. No tengo una “dolorosa enfermedad” una “misteriosa enfermedad” de la que voy a hablar con eufemismos, diagnósticos postergados y otras sutilezas. Tengo cáncer de vejiga. Hasta dentro de algunos días, que terminen los análisis patológicos de los pólipos que me extrajeron y de la pared de la vejiga, no sabré qué características tiene. Es una enfermedad que hay que respetar, que se hace respetar, pero es una de las tantas posibilidades que afrontamos.
Lo único que me molesta es que cada seis meses tendré que hacer controles muy molestos. Eso puedo asegurarlo. Lo demás me lo tomo como todo lo que me ha sucedido en mi larga vida. Con tranquilidad. Ni me enojo con la providencia, ni con la suerte, ni con nada. Estaba allí, era una posibilidad.
No le mentí a mi querida Selva (imposible, es más inteligente que yo y conoce mucho más del tema…), ni a mis hijos y familiares, ni a mis amigos. No veo el motivo. Una vez más comprobé que aproximarse a ciertos límites sirve para encontrar los afectos más firmes, más amorosos, más próximos.
Hoy retomo mis actividades como siempre: controlo los ingresos a UYPRESS el fin de semana y el lunes y compruebo que mis compañeros de trabajo mantuvieron el servicio al nivel habitual y con muy buenos resultados. Me pongo a escribir esta columna y a preparar los materiales para Bitácora. Y naturalmente a sumergirme en la política, cuyo nivel, profundidad, serenidad y otras destacadas virtudes me asombran cada día más. Es increíble, más de 50 años haciendo política y uno nunca termina de asombrarse…
No me voy a poner a filosofar sobre la vida y la parca. No corresponde, hay cosas mucho más profundas y serias para motivar esos razonamientos, esas especulaciones.
Es para mí simplemente una noticia que comparto con ustedes, muchos no se animan a preguntarme bien claro, cortemos por lo sano.
Tengo otros compañeros y compañeras que han tenido o tienen esa enfermedad en diversas situaciones y variables. Estoy un poco más cerca de ellos, los trato de comprender un poco más y mejor.
Cuando el médico que me dio la noticia, con seriedad y solemnidad, un muy buen médico, le hice un chiste: ¿Qué dijo que tenía doctor, Capricornio? Era una posibilidad, bastante concreta, antes de la propia operación, y hay que estar preparados.
Si comparo el nivel tecnológico con el que me atendieron, los instrumentos que se utilizan, los avances que se han producido en relación a lo que uno puede averiguar en la fuente de toda sabiduría: “Google”, se da cuenta que se ha trabajado duro. Hay cosas que todavía se escapan a la investigación humana, a las técnicas humanas y, si las hubiera, también a las divinas: un detalle, un “clic” que lo cambia todo. Seguiremos investigando. Supongo que ese “clic” tiene mucho que ver en la relación entre la vida y la materia inerte.
No me cambia la perspectiva de nada. Voy a seguir tan ácido, tan pesado y tan exigente como hasta ahora, voy a seguir teniendo – o tratando de tener – las mismas prioridades humanas, políticas y culturales. Por suerte no dependen de la vejiga.
Una curiosidad, el domingo 12 de mayo cumplí exactamente 10 años de mi anterior operación en ese mismo sanatorio, donde estuve un pasito del otro lado. Y aquí estoy.
Tendrán que soportarme. Caminando, como siempre, con mis mocasines.
De Montevideo Portal
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