Señoras y señores: Aunque este no es el acto inaugural, corresponde como dueños de casa que le demos la bienvenida. El país y el parlamento uruguayo se sienten honrados en hospedar un debate, un análisis sobre los medios de comunicación en América Latina. En ello coinciden dos circunstancias: la democracia, un valor que para nuestro continente ha tenido un precio tan alto, lo hemos pagado con sacrificios y dolores tan profundos y hoy es un factor principal de nuestro desarrollo y nuestra identidad está asociada indisolublemente a la información, a la libertad de la información y la comunicación.
Y en segundo lugar porque hoy hablar de medios de comunicación y más en general de la comunicación y la información es habar de una parte esencial de los grandes cambios civilizatorios que vive el planeta. Hoy no se puede hablar de economía, de política, de sociedad, de cultura, de educación, de entretenimiento sin hablar de comunicación.
Por esos dos motivos es interesante que nos inviten a reflexionar. También porque es un tema muy polémico, porque la información además tiene mucho que ver con el poder material y espiritual, con el poder económico y cultural y todo lo que tiene que ver con el poder es polémico. La polémica es la levadura de la democracia, el espesor de la cultura de una sociedad. Para llegar a este momento donde los pueblos, los estados, los gobiernos, la sociedad civil de América Latina construye y reconstruye de manera constante su democracia pasamos por momentos muy difíciles. Y para entender las nuevas tareas también tenemos que tener una mirada crítica hacia el pasado.
No hay democracia sin libertad de prensa, hubo dictaduras y groseras violaciones a las libertades y a los derechos humanos porque una parte de la prensa formó parte de esas aventuras. No lo olvidemos, no creamos que fueron solo aventuras militares. Aprendamos en serio las lecciones y para eso escribamos la historia con verdad. Hoy existen en América Latina procesos político interesantes, perspectivas de desarrollo que van más allá que un simple crecimiento de la producción, que tienen que ver con cambios profundos en las estructuras sociales, en mejoras en los indicadores sociales que son un avance hacia la justicia, pero también hacia la libertad.
¿Qué papel y en que situación se encuentran los medios de prensa? Por suerte no hay una lectura lineal, simple, como muchas veces se hizo en el pasado. En un sentido u en otro. Diablos o ángeles. Neutros o comprometidos. Existe un lento y trabajoso aprendizaje de todas nuestras sociedades en la democracia, en el pluralismo, en el goce pleno de la libertad de informar pero también de los ciudadanos de ser informados y de que la información no sea solamente una mercancía sino un valor cultural fundamental para el ejercicio de los derechos ciudadanos y por lo tanto del funcionamiento mismo de la convivencia democrática. ¿Hay más pluralismo? Si, creo que sin tener un estudio regional, a partir de la experiencia de nuestro país hoy hay más profesionalismo en los medios, más atención por las diversas posiciones y opiniones. Pero todavía queda un largo camino por recorrer. Y esta frase no es la retórica de que siempre queda mucho por hacer, es una definición programática en una agenda del Proyecto Nacional de nuestros países.
El problema que tenemos las fuerzas del cambio, los que consideramos que un Proyecto Nacional con una mirada estratégica hacia nuestro desarrollo sostenible y con justicia social, es elegir bien desde donde analizar el tema de la comunicación. Nosotros vamos a elegir en esta breve exposición, analizar el tema de los medios desde los derechos ciudadanos, es decir desde la democracia y su constante crecimiento. Por ello nos negamos a analizarlo sólo como un tema de normas, de propiedades, hay que incorporar el complejo y decisivo tema de los contenidos, de la batalla cultural. Y esas cosas no se resuelven solo con medidas administrativas. En relación a los medios hemos mejorado, pero hemos avanzado mucho menos de lo que avanzamos en otros sectores de la sociedad, sigue habiendo embudos y concentraciones inconvenientes. No tenemos en este gobierno pretensiones de resolverlo por vía administrativa pero no dejamos de analizar el problema. La información y la comunicación es uno de los sectores donde los equilibrios y los límites entre esos equilibrios son más sutiles y más complejos. Entre los medios privados y los medios del Estado. Y me refiero del estado no del gobierno, que son cosas diferentes.
Los equilibrios entre el acceso a los medios electrónicos radios y televisión y el acceso a nuevas tecnologías que revolucionarán las posibilidades, como la transmisión digital, el uso de las redes sociales, el triple play y lo que veremos en el futuro y todavía ni siquiera imaginamos. Las nuevas posibilidades tecnológicas deben ser utilizadas para hacer más plural el acceso y más horizontal la comunicación entre los medios y el público y mejorar la calidad. Los equilibrios entre los derechos de los medios a informar con libertad, de los periodistas a ejercer su profesión y también el derecho, sobre todo el derecho de la gente a recibir información y participar de mecanismos de comunicación plurales y de calidad. Son equilibrios que tienen sus tensiones, las tensiones de la democracia. Los equilibrios y las tensiones entre la identidad nacional, los valores y costumbres de cada pueblo y la avalancha global. Por encima de todo ese proceso o como parte fundamental está el nivel cultural de una sociedad, su capacidad crítica, su formación democrática, sus sensibilidades sociales.
Esa tendencia entre la calidad de la información y la comunicación, que es parte del equilibrio constante entre lo que se le ofrece al público y lo que este reclama. Un público que no puede ser tratado sólo como “mercado”, como “consumidor” sino como ciudadano, con sus diversidades, sus visiones y sus crecientes exigencias.
No podemos aceptar que una sociedad crezca y mejore en sus consumos materiales, en sus vehículos, en sus electrodomésticos, en sus computadoras, en sus ropas y accesorios y no crezca en la calidad, variedad y pluralidad de su información y su comunicación. Y considero que es tarea de los políticos, de los gobernantes pero también de los intelectuales, de las mujeres y hombres de la cultura integrarse a ese debate, promoverlo, facilitarlo, darle todas las garantías legales y promoverlo en todos los ámbitos, incluso desde la educación. No hay nada más alejado de la democracia que el adoctrinamiento, que las visiones unipolares, en cualquier sentido. Las desembozadas y las encubiertas, las que se visten de solemnidad y las que se disfrazan de chabacanería y superficialidad.
Vivimos en sociedades cada día más complejas, porque están cada día más comunicadas pero eso no quiere decir que eso se mida sólo por la cantidad de horas que pasamos frente a los receptores de cualquier tipo, eso quiere decir que si queremos crecer como nación, como sociedad tenemos que colocar a la información y la comunicación como parte central de nuestra cultura, de nuestra civilización. Las fuerzas del progreso – que por suerte en nuestra América Latina son muy amplias y plurales – hemos aprendido que los problemas complejos no se resuelven con una teoría simple que todo lo explica, que necesitan de un sentido crítico y en permanente evolución y aprendizaje. Los Estados deben ser garantes de esos equilibrios, de mantener abiertas las opciones pero una visión más de fondo debe proponerse que sea la propia calidad cultural de una sociedad la que imponga calidad, pluralidad, diversidad en la comunicación.
La capacidad cultural crítica de una sociedad es la mejor garantía para todas las libertades, inclusive para la libertad de información y comunicación de calidad.
(*) Texto completo de la exposición en la II CUMBRE DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN CERTAL – FLAM, realizada en Montevideo en la Antesala del Senado, Palacio Legislativo.
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