El primer año de un gobierno en Uruguay resulta siempre particularmente intenso. Y por diversas razones: porque hay un nuevo elenco que -cual niño en sus primeros pasos- intenta pararse a su manera y comunicar sus prioridades, porque se presentan los primeros proyectos de ley que comienzan a delinear énfasis y prioridades y, sobre todo, porque es el año de la elaboración y aprobación del presupuesto nacional, que en caso del Uruguay abarca todo el período del gobierno, por tanto todos sabemos que lo que ahí no aparezca difícilmente se haga.
Si a esto le agregamos una coyuntura internacional donde el crecimiento de las principales potencias se enlentece, el precio de los commodities baja, el dólar se fortalece y algunos de nuestros principales socios comerciales (fundamentalmente Brasil) atraviesan por dificultadas importantes, el combo se completa.
Al compás de formadores de opinión, y muchas veces amplificado por medios de comunicación “interesados”, se comienza a instalar un repertorio donde algunas estrofas se repiten hasta el cansancio. Permítanme una breve anécdota: hace muchos años llegamos a un aeropuerto en un destino bastante exótico con un entrañable compañero fallecido hace algunos años, el Tito Pereda; de fondo se escuchaban unos acordes repetitivos de un instrumento irreconocible para mi oído, y mientras todos intentábamos comunicarnos con el personal de aduana con un inglés chapucero y por señas, se escuchó de fondo la inconfundible vos del Tito que vociferaba: “la puta madre, qué milonga aburrida”.
A esta altura, buena parte del repertorio que se instala para la discusión presupuestal comienza a parecerse a aquella milonga aburrida. Somos conscientes que este contexto adverso exige prudencia, que es posible mejorar la gestión, reducir déficits y generar consensos sociales para acompasar legítimas exigencias con compromisos colectivos para sobrellevar con responsabilidad esta coyuntura. Pero nos parecen muy parciales –por decir lo menos– algunos enfoques que se han venido instalando este último tiempo: por ejemplo, no se puede discutir sobre el déficit que presentan algunas empresas del Estado si no se reconoce a su vez el rol que ellas han tenido como impulsoras del desarrollo que Uruguay ha venido experimentando estos últimos años.
¿Se puede explicar el crecimiento de la economía sin las inversiones de UTE, ANTEL y ANCAP? Nosotros pensamos que no. Por el contrario, se debe afirmar que sin las inversiones realizadas en los últimos años estas empresas no sólo se habrían vuelto obsoletas, sino que el país se hubiera visto impedido de promover una serie de cambios estructurales en la mayoría de sus políticas públicas.
Pero además de lo expuesto, sostenemos que hay que ampliar el repertorio en este debate. ¿No habrá llegado el momento de repensar en materia impositiva alguno de los instrumentos instalados en estos últimos años? ¿No exige cierta autocrítica ver cómo empresas extranjeras que usufructuaron importantes exoneraciones fiscales, como Schreiber Foods que recibió exoneraciones y créditos impositivos por más de 35 millones de dólares, cierra sus puertas y deja a un montón de trabajadores en la calle?
Si tomamos el año 2013, la renuncia fiscal del Uruguay por exoneraciones de IRAE y por ley de promoción de inversiones supera los 500 millones de dólares. ¿No cabe colocar este tema en la agenda? Otro asunto surge de analizar el costo financiero para el país de tener un nivel de reservas en el entorno de los 18.000 millones de dólares, costo financiero que ronda los 700 millones de dólares. ¿No resultaría razonable complejizar este debate colocando estos temas sobre la mesa? Un estudio reciente demuestra que las exoneraciones de IVA a la enseñanza privada rondan el 0,26% del PIB, lo que equivale a todo el presupuesto del MIDES.
Todavía tenemos en el Uruguay desafíos trascendentes para avanzar en un proyecto democrático que genere mayores condiciones de igualdad. La infraestructura, la diversificación de la matriz productiva, la enseñanza, el Sistema de Cuidados, la vivienda, etc., siguen siendo temas centrales sobre los cuales concretar en este quinquenio avances relevantes. Pero para ello, vemos como imprescindible colocar un repertorio más complejo y abarcativo de ideas a la hora de definir de dónde saldrán los recursos para cumplir con estos desafíos. Por eso le pedimos al letrista que no se olvide…
Extraído de www.voces.com.uy/
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