El conflicto y la lucha / Por Guillermo Chiribao (*)
Un ya viejo y sabio sicoanalista nacional le dijo a su paciente, como despedida después de largos años de sicoanálisis, que en realidad la vida trata siempre del conflicto y la lucha. Conflicto y lucha pacífica en búsqueda de las verdades que la vida nos tiene reservadas por los rincones infinitos del pensamiento.
Intentemos bajar a tierra tales conceptos y vayamos en la búsqueda de un ejemplo cercano y actual.
Conocida es por todos la famosa Patria Gaucha, promocionada hasta el hartazgo. Fiesta de la tradición que se celebra en mis pagos de Tacuarembó cada año.
Desde hace 33 años se venera la cultura del país profundo, traducidas según la visión de algunos historiadores y pensadores tradicionalistas.
Por supuesto que todo ello condimentado con un altísimo grado de “venta” de productos culturales for export con mayor o menor éxito: fogones, concentraciones en sociedades nativas, domas y juegos gauchos.
Con el agregado de conciertos musicales variados que mezclan poca cultura tradicional y muchos números modernos en cada evento, con el objeto de captar jóvenes ávidos de diversión y demás cuestiones.
Prueba de esto es que algunos de los últimos conciertos han estado a cargo de un ex integrante del conjunto comercial uruguayo Marama y ahora del cantante romántico internacional argentino Abel Pintos.
Pero claro no todo es amor y paz.
La Comisión organizadora es nombrada por la Intendencia Departamental de Tacuarembó y varios miembros tienen notoria dependencia política o administrativa del gobierno comunal.
Por unanimidad la Comisión decidió contratar a Ricardo Fernández Más, cantor ligado históricamente al Partido Nacional, autor de canciones en homenaje a Wilson Ferreira, y actualmente adherente y participante de los actos del movimiento Un Solo Uruguay.
Pero ocurrió lo inesperado. Un integrante designado por la Intendencia, funcionario de confianza de la misma en calidad de asesor del intendente y casualmente con el mismo apellido, minutos antes de la actuación le sugirió al artista que “moderara su repertorio, dado que la fiesta no admitiría canciones panfletarias”.
Según el artista “Sergio Da Rosa intentó censurarle algunos temas, dado que lo conocía de actuaciones en los actos de Un solo Uruguay, y similares “canciones” no serían permitido por los organizadores. En sus redes sociales, Fernández Mas acusó a Da Rosa de ser un “pichón de dictador”.
En una comunidad pequeña como la de Tacuarembó el tema adquirió notoriedad. Y más después de oír a los protagonistas.
El cantor acusó a Da Rosa como “tupamaro, censurador y totalitario”.
En tanto éste reivindicó su pasado “rebelde, guerrillero y su reclusión conjunta con el ministro Eduardo Bonomi”, señalando que “ese pasado rebelde por ser descendiente de Aparicio Saravia, lo ha transformado en medio tirando a malo”.
Y concluyó afirmando que “no es que yo sea un censurador, pero mientras esté yo, esta persona no es positiva para la fiesta y probablemente quedará afuera de la grilla”.
En lugar de evolucionar, involucionamos
Los hechos relatados ocurrieron a 400 Kms. del centro de poder, muchos uruguayos ni se han enterado y otros le restarán importancia
Pero desgraciadamente estos asuntos están marcando la discusión política en año electoral.
Hace unos días asistimos al revuelo que se armó sobre los dichos de una candidata, nadadora del club Biguá y residente de Villa Biarritz, sobre un candidato residente en un barrio privado de Canelones.
Y todos los uruguayos nos sumamos a la ridícula competencia sobre el domicilio de los candidatos.
Confieso que golpeando la puerta de los 60 años, nunca jamás supe la dirección de los candidatos que se presentaron en las elecciones.
Siempre creí más importante atender lo que proponían.
Pero si ahora vamos a debatir sobre la dirección de los candidatos, en lugar de evolucionar, involucionaremos.
Y si llegado el caso a todo aquel que con una guitarra, con un discurso, con una proclama, con un acto callejero o lo que sea, se le ocurra cuestionar al “poder”, se lo sancionará con el escrache en la página presidencial o la censura oficial en eventos municipales, el mensaje sobre el pensamiento único quedará instaurado en nuestro país, para regocijo de los ocupantes ocasionales del poder.
No se construye una sociedad justa, libre y madura con ese tipo de actitudes soberbias y patoteras.
Si la mano viene así, estamos fritos
Hace unos días un señor con alto cargo de gobierno en Tacuarembó, se atrevió a pedir la vuelta de los militares, a los efectos de acallar a algunos “sabandijas” que pensaban distinto que él.
Curiosa forma de salvarnos. Uno censurando a un cantor molesto y otro reivindicando a un violador de la constitución, como el ex jefe del ejército.
¿Es acaso llamativo, que al final de esa misma fiesta dos uruguayos se trenzaran a puñaladas? ¿Ese muerto que apareció el lunes a la madrugada fue producto de un hecho aislado?
No lo sabemos, pero confesamos la preocupación.
Los uruguayos hemos perdido toda capacidad de análisis, de emplear el pensamiento crítico y por sobre todo, de respetar la opinión del otro.
No tenemos idea de lo que significa la lucha de ideas. Parecería que sólo es posible si al final de la discusión, uno de los participantes es apuñalado mortalmente.
Acá no canta nunca más; vive en tal barrio; no tiene sentimientos; es de Peñarol o Nacional y debe ser asesinado como “aquella vez cuando matamos una gallina”.
Si la mano viene así, estamos fritos.
Me sumo a la propuesta de mi estimado contertulio, Homero Da Costa:
“En lugar de un Antel Arena, se necesitan miles de escuelas de tiempo completo, la creación de cargos de técnicos y de profesionales que se encuentren dispuestos a remangarse la camisa para echarle mano a los problemas, para ahuyentar al miedo, y para fomentar y sembrar esperanzas en donde no las hay.“
(*) Guillermo Chiribao nació en Tacuarembó y reside en Montevideo. Hijo de un zapatero remendón es abogado de profesión. Blanco rebelde, orgulloso padre y abuelo.
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El texto siguiente encabezaba el artículo principal.
“Censuras, puñaladas reales y figuradas
Lo primero es lo primero. Carlitos Peláez y Daniel Figares son dos tipos imprescindibles.
Imprescindibles en tiempos de paz e imprescindibles en tiempos de turbulencias, como lo es un año electoral.
Injustamente apartados de las audiencias masivas por razones dudosas, intrincadas y seguramente explicables para los centros que intentan en forma concertada y armónica, manejar el pensamiento nacional.
A ellos mis respetos y por sobre todo el agradecimiento por ese espíritu de lucha permanente, en pos de lograr llegar a la verdad.
Lucha que sin dudas es fruto del conflicto. Lucha que sin dudas es pacífica y que refiere a la resistencia firme a los abusos de poder. Abusos del poder provengan de donde provenga.
Dicho esto vayamos al tema”.
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– El presente texto fue publicado en COMUNIDAD RPK (sitio de Facebook) y reenviado a TACUAREMBO 2030 por el autor.
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