Amparados por los gobiernos frenteamplistas que le reconocieron su derecho a agremiarse, muchos policías decidieron hacerlo. Lo que está pasando en estas horas en las cárceles no es responsabilidad del gobierno, ni de los presos, ni de los canales de TV por más errores que hayan cometido; esto es responsabilidad de estos sindicalistas de la nueva ola, carentes de experiencia gremial e integrantes de una institución donde la disciplina y la verticalidad son sustanciales pero que se han visto afectadas.
Cualquier persona vinculada a las cárceles (directores, policías, familiares, presos) sabe que las visitas son una cuestión sensible: es el único contacto con el exterior que los presos tienen y la posibilidad de recibir afecto en medio de un ambiente permanentemente tenso. Un ambiente permanentemente tenso que requiere de muy poco para reventar, por ejemplo, la suspensión de las visitas. Eso fue lo que hicieron algunos policías integrantes de algunos de los gremios de uniformados –han oscilado entre 11 y tres organizaciones, otra muestra de la desprolijidad con que se manejan-, suspendieron la visita conscientes de lo que eso podía generar. Y lo lograron. El Comcar está que arde, literalmente.
Y todo se inició porque los guardia cárceles estaban preocupados porque en un incidente un preso hirió de bala a un policía. Las armas entran a la cárcel porque por una coima de unos 20 mil pesos algunos policías, quizás también gremialistas, miran para otro lado. Y no solo dejan entrar armas: en la cárcel se consigue cualquier droga. Si entrás un kilo de marihuana, el policía corrupto recibe otro kilo, que trafica él adentro del penal.
Ayer los gremios policiales dijeron que el presidente los había alentado a seguirse manifestando.Lo que el gobierno debería hacer ahora ya que los policías agremiados son una realidad, es sancionar con la severidad del caso a los irresponsables que hicieron el paro y que, conscientes de ellos, encendieron la mecha.
De elobservador.com.uy
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