“POR LA NEGATIVA”: ¿Quién ganó? ¿Quién perdió? / Por Dr. Guillermo Chiribao

Según el electo candidato nacionalista Luis Lacalle Pou, el voto anti-Sartori, pudo haber influido en su elección.

En canal 12 dijo: «Hay que asumir con mucha humildad que pudo haber influido. Si te digo que no estoy seguro de que estoy errándole».

No fue una frase suelta en medio de una entrevista larga, sino que la respuesta se constituyó en un tema de por sí central, llegando incluso a que un portal titulara: “Lacalle Pou reconoció que en su votación influyó el rechazo que generó Sartori”

O sea, una proporción -más o menos importante- de los votantes se inclinaron por una opción, que impedía el ingreso de un candidato a los niveles importantes de decisión política.

Tal como se ha repetido por muchos actores, esa acción de los votantes se coronó con el éxito, dado que la magra votación de Sartori lo alejó de los círculos preponderantes del Partido Nacional a estar por la imagen de última hora del domingo en la casa partidaria, que mostró la absoluta indiferencia de “sus” correligionarios.

Digamos que eso puede catalogarse como sano para el partido y seguramente para la democracia toda.

Pero si bien trascendente el punto, no es sobre lo cual quería reflexionar, porque a partir de esa confesión del candidato Lacalle, me ha surgido una enorme interrogante.

En el total de los habilitados para votar, 2.700.000 aproximadamente ¿cuántos uruguayos adoptaron una actitud positiva? ¿Cuántos uruguayos se mostraron optimistas con sus conductas cívicas el domingo?

Decididamente el 60% que no concurrimos a votar por diferentes razones, no demostramos estar muy esperanzados con el futuro.

Por tanto a juzgar por esa abstención, por h o por b, a alrededor de 1.600.000 uruguayos no nos inmutó la interna.

Estará bien o estará mal la actitud, pero es la realidad.

Ello debería ser la primera lección a tener en cuenta.

Dudo que se analice debidamente por los “comandos” electorales triunfantes. Suele pasar que al estar disfrutando las mieles del éxito, todo aquello que pueda tener un signo negativo se ahuyenta. No se admite por lo general, que venga alguien a “escupir el asado”.

“Mejor cállate”, te dirían, si salís con ese tema.

Del 40% que si concurrieron a expresar con el voto sus preferencias, ¿qué podemos decir?

¿Cómo se podría catalogar la conducta de ese 1.076.660 uruguayos que eligieron a sus candidatos y partidos?

¿Se podrá decir que esa conducta por la negativa insinuada por algunos votantes de Lacalle, que votaron para impedir el ascenso de Sartori, tiene puntos de conexión con algunas voluntades expresadas en otros partidos?

Veamos:

En el FA ¿qué ocurrió? A estar por la convocatoria de los 4 precandidatos básicamente se recurría al voto a los efectos de profundizar los cambios logrados por los tres gobiernos del FA y para impedir lo que el presidente de la fuerza ha señalado, el ascenso de la alianza de “militares conservadores y herreristas”. O sea, a votar en contra de.

No me aventuro a establecer una proporción, pero seguramente de las 255.000 voluntades un alto porcentaje lo hizo especialmente teniendo en cuenta la opción 2. O sea votó para impedir que la “derecha” llegara al poder. Y también creo que en gran medida votaron en “contra” de Carolina Cosse.

Seguramente si se analiza la votación del Partido Colorado esa sensación del voto en contra de, aparece más clara aún.

El vuelco en las preferencias electorales, masivo a favor del candidato Talvi, da a entender que muchos colorados o no colorados (no se sabe), votaron al nuevo candidato, para impedir que resurgiera Julio María Sanguinetti, símbolo para muchos de la decadencia y vetustez de ese Partido.

Y en otros partidos que no presentaban competencia interna, se pudo dar también, una especie de voto en contra de algo.

Si analizamos el perfil de la campaña y de los votantes de Cabildo Abierto, claramente nos viene a la mente un voto en contra del gobierno y en contra de lo que consideran ataques a la “familia militar”.

Por otra parte la campaña de Novick se caracterizó por ser en contra del gobierno actual, como también las campañas del PERI, de Salles y otros grupos menores.

En tanto los adherentes del Partido Independiente o de la UP, de hecho al no acompañarlos como se esperaba también demostraron de alguna forma un voto en contra de ellos.

De lo expresado surge claramente que la jornada del domingo no ha sido para nada esperanzadora con respecto a lo que se vendrá.

Entre la abstención, ese 60%, y lo que me animo a aventurar la gran mayoría de los votantes del domingo, triunfó claramente: “LA NEGATIVA”.

En algún caso esta conclusión, se da de lleno con algunos cantos triunfalistas.

Da la impresión de que todo está por empezar y no para finalizar.

En este estado entonces; ¿qué nos espera? ¿Qué debemos esperar?

De arranque, vemos de afuera, que rápidamente la discusión política de fondo parece dirigirse a cuestiones laterales.

No aparece en el horizonte cercano, ninguna señal de que en esta campaña para octubre, la discusión seria, honesta y sincera, sobre cómo y qué nos van a proponer los candidatos vaya a ser lo prioritario.

Ojalá me equivoque, pero me parece que si la discusión se va a dar en torno a la Tahona, el color de la cartera de tal o cual candidata o los asesinatos de los años 60 y 70 o la vuelta de los militares a las calles o qué piensan o deciden en las chacras del noroeste montevideano o en las exposiciones edulcoradas de los desayunos o almuerzos de ADM, la cosa no pinta nada bien.

En fin, los candidatos y sus partidos tienen mucho para decirnos y ofrecernos.

Dependerá de todos nosotros determinar qué cosas vamos a exigirles en serio.

De lo contrario seguramente vamos a tener espectáculos de bicicleteadas, monopatines, partiditos de fútbol, banderitas en las columnas y jingles al estilo Maneco.

Como siempre dicen los que saben: hay decisiones en este país que requieren de todos y no pueden esperar. ¡Lindaza esa frase! , ojalá que no sea una más de las tantas vacías que surgen en las campañas.

 

  • Sobre el autor: Guillermo Chiribao nació en Tacuarembó y reside en Montevideo. Hijo de un zapatero remendón, es abogado de profesión. Blanco rebelde, orgulloso padre y abuelo.

 

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