¿Te parece que la predisposición del “público” por cuestiones filosóficas, por reflexionar y pensar en esos términos, es más o menos constante, o varía de manera significativa en el tiempo?
Me pregunto más bien de qué se habla cuando se dice “predisposición del público por cuestiones filosóficas”. Es decir: ¿por qué pensar que hay una predisposición a pensar o a reflexionar, una especie de necesidad insatisfecha de filosofía que se abastece con un producto o un servicio o una commodity llamada, precisamente, filosofía?
Habría que pensar, mejor quizás, que la filosofía tendría más que ver con entender que esa reflexión o ese pensamiento no están de ninguna manera instalados en las personas, que nadie piensa espontáneamente, que el pensamiento surge de algún tipo de exceso o de falta, de una falla o una catástrofe. Entonces, quizás, lo filosófico es hacer aparecer esa necesidad o esa tendencia a pensar, que se asociaría, para el caso, con cierta tendencia a subvertir, a destruir o a criticar.
Vos hiciste divulgación filosófica. ¿Lo seguís haciendo o estás completamente dedicado al pensamiento y a la producción bibliográfica? Te pregunto esto porque leí hace un tiempo (creo que en Hemisferio Izquierdo) que dabas clases en tu casa.
No considero haber hecho divulgación filosófica. Ni en los libros ni en los artículos ni en el programa de tele. No era mi intención. Si no salió bien, pido disculpas. Mi idea siempre estuvo más cerca de dar a entender al mundo o a la realidad como algo más bien del orden de lo pensable o decible que como algo del orden de lo vivible o lo experienciable, por así decirlo. Para usar una fórmula que no me satisface en absoluto, en la tele la idea era hacer “crítica cultural” y no divulgar un cuerpo institucional más o menos estable de saber.
Y sigo fiel a esa idea. Doy clases desde hace muchos años. Coordino seminarios extracurriculares sin ningún tipo de valor de cambio para el que asiste. La experiencia es fundamental, al punto en que no puedo entender ni entenderme al margen de ella. En los grupos hay médicos, obreros, sociólogos, psicólogos, artistas, personas que no han terminado secundaria.
Todo allí, reunido en torno al malentendido necesario de leer y pensar, por decir algo, a Platón, a Hegel, a Marx, a Lacan, a Benjamín, de tomar los asuntos del mundo contemporáneo, la política, la economía, la tecnología, la ciencia, la religión, no como cosas u objetos dados sino como formas objetivas criticables del pensamiento y del lenguaje. En ese ejercicio crítico está la práctica negativa de la filosofía.
¿Por dónde hay que empezar cuando uno descubre que le interesan las cuestiones filosóficas? ¿Qué pensadores o libros pueden ser un buen punto de partido?
No es tan relevante. Aunque puedo tomar partido e insistir en el asunto de que si la filosofía es tomada menos como un cuerpo de saberes neutros o contemplativos que persigue las eternas verdades fundamentales del ser o del espíritu, que como algún tipo de práctica del pensamiento o de la escritura que surge de un daño o de un trauma alojado en la propia historia (la historia occidental, para el caso, esa que tiene nuestra edad y nuestra biografía), entonces la propia práctica dibujará sus antecedentes après-coup.
Y la praxis crítica de la escritura filosófica no es hoy, para mí, luchar contra el poder o contra el centralismo de las instituciones, ni “empoderar” a subalternos o a periféricos, ni “descontruir” al amo eurofalologocéntrico, ni “descolonizar” a los pueblos. Todo eso ha sido hecho, en mayor o menor medida, por el propio proceso capitalista occidental moderno.
La práctica crítica de la filosofía es la de la resistencia del sujeto ante la avasallante violencia de la circulación ilimitada de lo mismo o del más-de-lo-mismo, la adaptación, la funcionalidad, la pragmática, la máquina tecno-económica global, etc. Entonces podemos trazar retroactivamente, siempre retroactivamente, sus antecedentes: la metafísica platónica, Agustín, Descartes, Kant, el idealismo alemán y Hegel, Marx, el psicoanálisis (Freud y Lacan), y podemos seguir.
¿Cuál o cuáles de tus libros son los que han tenido más impacto?
No tengo la menor idea. Aunque puedo decir que el que más me impactó a mí fue el último.
DE: sandinonunez.blogspot.com/
(*) Sandino Andrés Núñez Machado, nació en Tacuarembó (Uruguay) el 27 de agosto de 1961. Es filósofo, conductor de televisión, docente y escritor. Egresado de la Universidad de la República de Uruguay.
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