Algunas empresas que 15 o 20 años atrás no existían hoy son aquellas que están dominando el nuevo orden mundial bajo los lineamientos del imperio global. Podríamos así referirnos entre otros a Google, Facebook, Amazon, Microsofft, Booking, Uber, etc., actividades bancarias y financieras, telefonía, laboratorios, empresas farmacéuticas, de servicios y tantas otras corporaciones multinacionales, que instaladas fiscalmente en paraísos fiscales, muchas veces europeos, hoy, digitan nuestra vidas.
El capitalismo planetario, a través de la famosa peste moderna – el COVID 19 – ha implantado el miedo. Estamos siendo todos agredidos a nivel mundial por una campaña publicitaria planetaria sin precedentes que podría definirse el «marketing del terror».
Los hombres y mujeres en el mundo aceptan el aislamiento social para «protegerse» del «otro», creyendo así salvar sus vidas ante la peste. El terror ha sido impuesto y aceptado, nuestro enemigo actual es el «otro,» nuestros familiares, o simplemente amigos o compañeros de trabajo.
Si, de el» otro», nuestro actual potencial enemigo y portador de la pandemia universal, el COVID 19. Todos hemos aceptado «distancia social», eso sí, solo interconectados desde nuestro ordenador o teléfono móvil. Encerrados, presos y detenidos en nuestras casas bajo «medidas de seguridad» y sin otra comunicación que aquella que es digitada por las APP, e Internet.
Nuestras casas, son hoy lugares de teletrabajo, escuelas, universidades, gimnasios, cines, museos, conciertos, centros de esparcimiento cultural digital integral. La tendencia al aislamiento social que impone una revisión del cambio cultural trae aparejada en sí misma una ideología diferente que posibilita y sustenta en el imaginario colectivo una nueva forma de explotación planetaria imperial.
La seguridad para salvarnos de la pandemia, nos lleva al control social planetario, amparado y difundido por cada uno de los gobiernos en el mundo. Nadie está a salvo del control social actual. Este nuevo capitalismo global y sin fronteras dirigido fundamentalmente por las grandes corporaciones de las comunicaciones, de las finanzas y de la seguridad, ha decidido cambiar su forma de actuar bajo la imposición del terrorismo global sobre cada uno de los habitantes/consumidores del planeta.
Esta falsamente llamada «revolución digital», es solamente un reacomodo del capitalismo global que echa por tierra entre otras cosas el concepto de nación. Sepultada la nación como concepto de identidad nacional. Es así que el imperio de las multinacionales, bancas, App, internet, etc. es quien obliga el fin de la democracia que hoy conocemos.
La democracia representativa pasa a ser digitada por una nueva forma de dictadura global, bajo el mando de Organismos mundiales dependientes de las reglas de un mercado moderno y transnacional.
En esta situación de ensayo general mundial llamado «COVID 19″ los diferentes gobiernos, independientemente de su colocación a derecha o izquierda en el espectro político nacional o internacional han aplicado más o menos las mismas políticas económicas, sanitarias y de control social en los diferentes países del globo. Como ya veremos, todos los gestores de las políticas» nacionales» aplicaran en el próximo futuro las mismas recetas económicas para la salida de esta crisis. Si observamos con una cierta atención hasta antes de la crisis «Coronavirus» el descreimiento a la clase política a nivel mundial era casi unánime por parte de los «ciudadanos».
Hoy en plena crisis, la ciudadanía cree en ellos y hemos puesto en sus manos nuestra salvación, dejamos en sus decisiones la esperanza de que ellos encuentren la salida a la «crisis».
Es decir, una vez más delegando en las clases políticas y en los administradores de las política nuestro destino, nuestra seguridad, la sanidad, el trabajo o desempleo, la enseñanza, nuestros cuerpos y nuestras mentes.
En estas pocas líneas, deseo solo señalar algunos aspectos que a mi entender son necesarios para comprender al menos en parte lo que está sucediendo. Creo que llegó la hora que empecemos el análisis de la situación.
Las izquierdas, salvo pocos de sus pensadores actuales han estudiado o analizado los temas que conciernen la realidad de esta nueva fase histórica del capitalismo mundial. Es hora, que los antagonistas globales, independientemente de cuál es su ubicación geográfica (el imperio digital no conoce la frontera) pongan el pensamiento colectivo a elaborar y estudiar desde el movimiento social y la academia, en forma colectiva el análisis del estado de situación tanto en lo económico, social, político y cultural. Ser antagonista nos requiere pensar sin esquematismo y desde una nueva óptica tanto sobre lo digital como sobre la hegemonía del capitalismo global en el siglo XXI.
La lucha de clases existe. La están haciendo ricos contra pobres. Las oligarquías de la era digital, modifican el sistema del trabajo, donde el tiempo del trabajo del trabajador será continuo y sin pausas. Las APP, el teléfono móvil, el teletrabajo. Ya implementado a través del trabajo «a distancia social» lo cual trata de impedir el aglomerado social. Es decir la posibilidad de reunión y participación colectiva. Para ello era necesario el experimento actual, es decir dejar una cantidad de personas «excluidas” tanto sea del trabajo como del acceso a los medios digitales. Por lo tanto nos encontraremos en los próximos años con mayor precarización del trabajo y, exclusión social. Estas son dos de las herramientas que esta oligarquía está hoy ensayando con el aval de las mayorías.
Esto configura en los hechos, baja de salarios y redito de ciudadanía o asistencia social para aquellos – no todos serán incluidos – que quedaran fuera del mercado del trabajo, lo cual lleva en sí mismo y en los hechos a que la transferencia de los costos sociales la paguen los presupuestos de los estados endeudándose con los organismos multilaterales de crédito.
Mayores tasas para la ciudadanía y financiamiento para las multinacionales dislocadas en zonas francas y paraísos fiscales. Nada de esto es nuevo, la novedad es que no fue decidido por un estado, sino que fue diseñado y planificado en esta oportunidad por el capitalismo o imperio global a través de la OMS, y los organismos de crédito internacional, BID, FMI, BCE, etc.
Si tomamos como ejemplo la sanidad podremos ver como con las APP en los teléfonos móviles cada uno de nosotros será digitalizado por los servicios públicos tanto por su médico de familia como por el tipo de sistema sanitario de salud privado que el usuario elija. Miles de datos de cada uno de nosotros irán a parar a manos de la industria farmacéutica la cual ya dispone, pero dispondrá en mayor medida en el próximo futuro y a través de algoritmos digitalizar y poseer las historias clínicas de millones y millones de enfermos / consumidores.
Algo similar sucederá a través de la digitalización en la enseñanza, tanto con estudiantes como profesores, hoy han hecho la primera fase del experimento de masas. El control social se comenzara a partir de la escuela, y con algoritmos podrán saber las inquietudes y deseos de las próximas generaciones de estudiantes. Amén de que esa masa estudiantil es un consumidor, es probable que se traslade la formación de la escuela a los hogares bajo la tutela de los mayores. Por lo tanto el sector de los estudiantes será llamado a estudiar a través del «telestudio» en su propia casa – celda.
Mientras tanto, los padres, además de trabajar desde sus casas para el mantenimiento familiar seremos custodios de nuestros hijos. Todos consumidores, y todos represores, enemigos de quien no acepta hoy la nueva regla que indica «mantener distancia social» con todo lo que ese concepto contiene, y todos a su vez seremos informantes pasivos de nuestros sueños, inquietudes y deseos al gran mercado global.
Sin el apoyo pasivo de las multitudes nada de esto será posible. El consenso de las mayorías no corresponde a la unanimidad.
Por lo tanto, para que todo esto sea sustentable son necesarios los aparatos represivos multilaterales y locales. Nuestro account (cuenta de mail, etc.), es nuestra cedula de identidad universal. Cámaras de seguridad que invaden los espacios públicos y privados, dispositivos de identidad a través de las fotos, han sido implementados y puesto en práctica tanto en China como en Rusia sin solicitar ningún tipo de permiso y utilizando como pretexto consensuado la emergencia Coronavirus.
Dice Byung-Chul Han en el artículo publicado recientemente por el diario El País de España: «Entre tanto China ha introducido un sistema de crédito social inimaginable para los europeos que permite una valoración, una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada ciudadano debe ser evaluado en su conducta social» y más adelante agrega:» En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares del rostro. No es posible escapar a la cámara de vigilancia, estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.» (1)
A su vez Renato Curcio en su libro L’Imperio Virtuale: «Con el Novecientos a las espaldas y terminada la fase propulsora de sus vehementes utopías vemos afirmarse en perfecta continuidad en sus peores aspectos una nueva oligarquía económica experta en el ejercicio del poder digital; un poder que actúa sobre nuestra identidad digital mundializado y totalizante que intuye formas súbditas inéditas, radicales. Un poder que toma y utiliza ganancias y el control de una enormidad de informaciones sobre cada una de las personas, grupos sociales y sobre las instituciones desparramadas en el planeta. Al mismo momento, casi en silencio, sin suscitar escándalo, otro proceso se desarrolla a su lado; el adaptarse activo y con entusiasmo de millones de personas, divididas entre ellas al nuevo contexto digital». (2)
En fin y para concluir, mucho tenemos para hacer…! Quizás hoy, frente a estos nuevos hechos que nos han golpeado a llegado la hora para que los sectores que se consideren antagónicos a las oligarquías imperiales comiencen un camino de análisis serio, preciso y profundo para intentar conocer el dónde, cómo y porque se está transformando el capitalismo imperial. La lucha de clases no desapareció, y menos que menos está en «cuarentena». En nosotros esta intentar comprender que caminos tomar, cuales son los instrumentos de la resistencia y como utilizar las tecnologías al servicio de la humanidad.
(1)Extraído del sito www.lavaca.org
(2)Renato Curcio L’Imperio Virtuale Editorial Sensibile alle foglie, 2015
- Publicado por UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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