«Lo que al cabo de los meses o de los años se desveló es que la justicia operó con explícita intencionalidad política, en uno y otro caso [Lula en Brasil, Berlusconi en Italia, ambos en 2018]. Esa justicia actuó al compás de climas de opinión pública en que se planteó la lucha en el plano ético… posible por la campaña en uno y otro caso de importantes medios de comunicación nacionales e internacionales».
Luiz Inácio da Silva, alias Lula, dos veces presidente de Brasil, fue inhabilitado para las elecciones del 7 y 28 de octubre de 2018 y debió ser sustituido por el candidato vicario Fernando Haddad; ahora, pasada bastante aguas de las elecciones fue rehabilitado. El mismo año, poco antes, el varias veces presidente del gobierno de Italia Silvio Berlusconi fue inhabilitado para las elecciones del 4 de marzo de ese mismo 2018, y debió ser sustituido por el candidato vicario Antonio Tajani; dos meses después, pasadas las elecciones, fue rehabilitado. Ambas inhabilitaciones fueron producto de controvertidas decisiones judiciales.
Es interesante el análisis, pues impacta en dos potencias mundiales ambas de fuerte impronta en el Uruguay, por razones culturales y demográficas.
No es lo mismo el impacto de la no comparecencia del líder en partidos institucionalizados que en partidos altamente personalizados. Para dar un ejemplo uruguayo: Al Frente Amplio probablemente no le haya afectado significativamente la no comparecencia de ninguno de sus tres líderes históricos en las elecciones nacionales del 27 de octubre de 2019 (otro cantar es el balotaje, instancia menos partidizada y más personalizada).
De otro lado, al flamante partido Cabildo Abierto una no comparecencia de Guido Manini Ríos lo hubiese afectado decisivamente ya mismo en las elecciones nacionales de octubre. Una tesis dominante en sistémica política es considerar que un partido se institucionaliza cuando trasciende la vida política de su líder fundador; ahí es cuando comienza a generarse una pertenencia institucional.
Es imposible medir en forma científica el que hubiese ocurrido si… Los “if” se prestan más para la creación literaria que para la ciencia social. Pero sin poder demostrarse cabalmente, es posible especular que la ausencia de Lula en la candidatura del Partido dos Trabalhadores en la primera vuelta fuese de bajo impacto; quizás no nulo, pero reducido. En cambio en el balotaje, fuertemente personalizado, es hipotetizable que una dicotomía Lula-Bolsonaro hubiese tenido probabilidades de provocar resultados diferentes a la dicotomía Haddad-Bolsonaro, que es la que jugó.
La diferencia fue de 9,15 puntos porcentuales sobre el total de votantes. Es decir, un swing de 4,57 puntos. Si se tiene en cuenta que además hubo 13,2% de votos sin efecto (nulos, en blanco, abstención entre primera y segunda vuelta), surgen muchas probabilidades que el carismático Lula hubiese derrotado o al menos acortado la distancia con su oponente. La inhabilitación judicial impactó, la acción judicial no fue neutra.
En el caso de Italia 2018, con una única elección parlamentaria, es probable sostener que la inhabilitación de Berlusconi haya sido neutra en el conjunto de votos entre la coalición de centro derecha, la coalición de centro izquierda y el Movimento 5 Stelle (Beppe Grillo). En cambio, no habría sido neutra en la disputa interna en la coalición de centro derecha.
Al ser un régimen parlamentario puro, el gobierno surge de la aritmética electoral y de los pactos políticos. En el centro derecha se pactó que el candidato a presidir el gobierno lo fuese el candidato más votado de los partidos de la coalición, en términos realísticos, el de Forza Italia (en principio Silvio Berlusconi) o La Lega (Matteo Salvini). Berlusconi inhabilitado debió ser sustituido por alguien y eligió a Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, figura de gran relieve en el mundo europeo, poco visible para el pueblo italiano, nada carismático. En la contienda interna del centro derecha debió enfrentar a –y perder con- el pasional y carismático Salvini.
Con ello cambia todo el juego parlamentario. En campaña electoral, el centro izquierda expuso cierta disponibilidad a respaldar un gobierno Berlusconi, pero su oposición tajante a un gobierno Salvini. Ese cambio, ese triunfo de Salvini sobre el vicario del Berlusconi proscripto, determinó primero un gobierno de solo la Lega asociada con 5 Stelle, luego un gobierno del centro izquierda con 5 Stelle y en los últimos días un gobierno técnico respaldado por casi todo el arco político.
Esos fuertes giros tienen como un elemento causal importante –no único- el que las elecciones se hicieron con la inhabilitación de uno de los candidatos relevantes.
Es interesante marcar que se trata de dos países de peso, de cultura occidental y latina, con sistemas de partidos existentes pero no fuertemente estructurados, pero que en un caso el juego judicial impactó contra la izquierda y en el otro caso impactó contra la derecha. No es un tema pues que tenga explicación en el eje izquierda-derecha.
Lo que al cabo de los meses o de los años se desveló es que la justicia operó con explícita intencionalidad política, en uno y otro caso. Esa justicia actuó al compás de climas de opinión pública en que se planteó la lucha en el plano ético, entre el bien y el mal: Lula presentado como cabeza de una banda de ladrones, Silvio Berlusconi presentado como un hábil estafador y maníaco sexual. Y esos climas de opinión pública fueron posible por la campaña en uno y otro caso de importantes medios de comunicación nacionales e internacionales.
En uno y otro caso además hubo relevantes personalidades internacionales, latinoamericanas en el caso Lula, europeas en el caso Berlusconi, que no supieron ver lo que estaba en juego detrás, sino que se plegaron a la simpleza de lo intolerable de la maldad de Lula o de Berlusconi.
Lo que se observa en uno y otro caso es que los operativos judiciales llegan a su fin cuando llegan a su fin los tiempos políticos que le dieron sustento. Lo que queda cuestionada finalmente es la confianza en los respectivos sistemas judiciales en temas que afectan lo público, su verdadera independencia y equidad.
Y también se observa el cambio del rol de los medios de comunicación, al pasar de medios de información a medios de operación política, de creación de hechos políticos.
- De Portal Factum
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