Los mitos son historias imaginarias que altera las verdaderas cualidades de “algo” y les da más valor del que tienen en realidad. Seguro que alguna vez has escuchado que la mayor parte del efecto invernadero es debido a las flatulencias de las vacas. Últimamente lo hizo el terrateniente Bill Gates queriendo justificar el consumo de carne sintética. ¿Hasta qué punto las vacas (o todo animal rumiante) están poniendo en peligro la vida en nuestro Tierra?
El metano es un gas de efecto invernadero que se genera en multitud de procesos naturales y artificiales (los países industrializados son crack en la contaminación artificial).
El más conocido posiblemente sea el que se produce en el interior del aparato digestivo de los rumiantes (vacas, búfalos, ovejas y cabras), cuando los microbios (Arqueas) que se encuentran en su interior fermentan el alimento que consumen. Este proceso, conocido como fermentación entérica, produce el metano que las vacas eliminarán posteriormente. La fermentación entérica ocurre en uno de los cuatro estómagos de la vaca, cuando los carbohidratos presentes en las plantas (forraje) que ha consumido el animal son digeridos por la acción de la flora microbiana para obtener energía.
El truco está en que la cantidad emitida de metano producto de este proceso está relacionado directamente con la calidad de la dieta, es decir: cuanto más baja sea la cantidad de proteína y más alta los carbohidratos estructurales del forraje que consume una vaca, mayor es la cantidad de metano que se emitirá como efecto residual.
En contra de la creencia popular parecería ser que este gas no es expulsado mediante flatulencias sino que pasa al sistema respiratorio y es eliminado por medio de exhalaciones.
La contribución de la ganadería bovina al calentamiento global es del orden del 10%, y solo la mitad es achacable a los estómagos de las vacas. Las pobres sólo tienen la culpa del 5%.
No es la vaca la mala de la película, sino todo el entramado que el Hombre ha construido alrededor de ella. El sector agrícola contribuye con un 25% al total de las emisiones), sino de realizar un consumo responsable: empleamos miles de litros de agua, modificamos el uso del suelo, abonamos ingentes cantidades de terreno para forraje (generando N2O, óxido de nitrógeno, otro potente gas de efecto invernadero), gastamos enormes cantidades de combustible en el transporte, forramos la carne con plástico y papel que irán a la basura.
Por eso debemos frenar los mitos, carne síntética, veganismo vs carne natural.
El instituto de investigación de ciencias agrícolas de Nueva Zelanda -AgResearch- Escondido, dentro de los estómagos de vacas en cuestión, se está llevando a cabo un experimento que podría cambiar el planeta.
Se les ha dado una vacuna contra ciertos microbios intestinales que son responsables de producir metano mientras los animales digieren sus alimentos. El objetivo de AgResearch es desarrollar esta vacuna, junto con otros métodos antimetano, para permitirnos seguir comiendo carne y productos lácteos mientras se reduce el impacto que la industria ganadera tiene en el medio ambiente.
Lo que se podría definir como carne sin culpa y queso con la conciencia tranquila.
(*) Extraído de semanario El Nuevo Batoví
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