Cuando vi la imagen de la olla popular y sus responsables uniformados con la camiseta contra la LUC, pensé: solo falta la taba. Me recordó a un día de elecciones en mi pueblo y a los «cantones» partidarios lugar de encuentro de dirigentes y potenciales votantes. Aquello era una fiesta. Comida en abundancia. En los de los partidos tradicionales- las dos grandes colectividades políticas, entonces- ofrecían hasta asado con cuero, corderos, achuras y refuerzos de chorizo a discreción.
Proselitismo puro pero a cara descubierta y pago por los jefes o jefecitos del partido.
No eran ollas populares, está claro. En aquellas épocas en nuestro país no había hambre ni «ollas». Estas no son lo mismo que aquellos puntos de encuentro y obedecen a otras razones, muy dolorosas por cierto, pero decididamente no pueden transformarse en un instrumento para conseguir votos. O firmas.
Pocos borrachos en los «cantones». El alcohol estaba prohibido (aunque alguna botellita siempre aparecía), pero eso sí, se timbeaba abierto. La estrella era la taba. Ese hueso de vaca en el que sus dos caras más angostas determinaban si el tirador ha ganado o perdido según como quedara posada en tierra. A la buena, con un suave surco en forma de «S» se le llama » suerte» y a la mala, la más lisa,» culo”. Y se apostaba muy fuerte. Había que ver con que ganas los apostadores gritaban ¡cuuuuulo!, cuando la suerte caía de jeta sobre la «cancha» de tierra humedecida.
En Casupá, para la taba, nadie como los Coyines. Creo que ya lo conté. Eran los hijos de un inglés, o directo descendiente, con una pinta de inglés como hoy no encontrás uno en todo el Reino Unido. Se afincó, se casó y tuvo hijos. Se apellidaba Collins, pero le decían Coyín; en todo caso el inglés Coyin. Y sus hijos eran los «Coyines».
Y cómo manejaban la taba los muchachos Collins: al tirar apostaban a que sería «suerte» y que el hueso se clavaba en la tierra humedecida. Quietita y con la cara lisa contra el barro. Si la taba rodaba perdían, sin importar cómo quedara.
En cuanto al tema de la olla y las camisetas, pienso que el medio, cualquiera sea la intención, les hizo un flaco favor. Los expuso mal. Les quito credibilidad. No creo que junten muchas más firmas por esa vía. Además, genera rechazo.
Puede que la desesperación sea la causa de este tipo de tropiezos. No va a ser fácil conseguir todas las firmas. Pero este no es el mecanismo: no es democrático, no es jugar limpio. Creo que el Frente se compró un lio. Y no se arregla con acusar a la coalición de que no le prorrogó el plazo; esto es, que no estuvieron dispuesto a violar la Constitución.
Por más que quieran echarle las culpas, la gente no les creerá. Podrán generar alguna duda, pero muy floja.
Desde un principio pensé, y lo escribí, que esta recolección de firmas era un error y podía transformarse en la tumba de los cracks.
Y podría ser peor: hasta ahora pueden echarle la culpa a la pandemia y a que no hubo prórroga. En cambio si se hace el referéndum la frustración quizá sea mayor: la gente no va a votar la derogación de la LUC, pienso. Y tanto me parece así que también pienso que el oficialismo se pierde una linda oportunidad. Les tendrían que dar una mano en la recolección.
- UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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