Ese día no es un día más, es el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Se conmemora la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que tuvo lugar el 17 de mayo de 1990 (que loco todo, ¿no? ¡Catalogar de enfermo mental a una persona por su orientación sexual!)
En ese día (y siempre) se busca desarrollar acciones a nivel de la sociedad, la educación, los medios, que sirvan para denunciar la discriminación de que son objeto las personas homosexuales, bisexuales y transexuales y para hacer avanzar sus derechos en cada punto del planeta.
Si bien a nivel científico no están claras las causas concretas por las que un individuo desarrolla una orientación sexual heterosexual, bisexual u homosexual, sí existe consenso de que la orientación sexual se determina por una compleja interacción de factores biológicos y ambientales y queda determinada a una edad muy temprana, incluso anterior a la pubertad.
Algunos estudios han mostrado que, en el caso de la homosexualidad masculina, los factores biológicos predominan sobre los ambientales y sociales, pero también han mostrado que esa causalidad es menor a nivel femenino.
Está demostrado también que las relaciones afectivo-sexuales homosexuales sanas son psicológicamente equivalentes a las heterosexuales sanas incluidas su capacidad de criar hijos.
Aunque el término «homosexualidad» no aparece hasta el siglo XIX, las distintas culturas humanas han identificado comportamientos homosexuales al menos desde el I milenio A. C., y desde entonces han existido múltiples actitudes hacia la homosexualidad: ha sido tanto admirada como condenada como vista con indiferencia. La cultura occidental y cristiana se caracterizó por un fuerte rechazo y persecución de la homosexualidad, tanto desde el punto de vista penal, como médico-psiquiátrico y religioso, con las repercusiones espantosas sobre las vidas de las personas acusadas.
En la actualidad, más de 70 países en el mundo criminalizan la homosexualidad y condenan los actos sexuales entre personas del mismo sexo con penas de prisión, incluso pena de muerte (Mauritania, Irán, Sudán, Arabia Saudí y Yemen, además de algunas zonas de Nigeria y de Somalia). El número de esos países cambia continuamente, ya que algunos países dejan de criminalizar la homosexualidad mientras otros instauran nuevas leyes que la condenan.
La discriminación basada en la orientación sexual y en la identidad de género no está oficialmente reconocida por los Estados miembros de las Naciones Unidas, a pesar de que organismos de derechos humanos como el Comité de Derechos Humanos han condenado repetidamente la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género. Por otra parte, como resultado de la evolución humana de nuestra sociedad, la transexualidad ya no se encuentra catalogada como trastorno mental en el DSM V, la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, publicado por la Asociación Psiquiátrica Norteamericana.
La evolución como sociedad nos implica como actores, no como observadores; debemos actuar y que nuestras acciones combatan día a día la homofobia.
La educación sexual, el respeto a la identidad sexual y la implementación de límites con amor y firmeza sin la violencia son unos de los logros en el avance de nuestra sociedad para ser mejor. Gracias a eso nuestros hijas e hijos tienen la oportunidad de crecer más libres y más felices. A pesar de nosotros.
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