Los cambios tributarios mundiales anunciados ponen en cuestión algunas de nuestras principales herramientas para atraer inversiones. No cabe duda de que el Uruguay que quedará luego de la crisis será más pobre y desigual, los números al respecto son muy elocuentes.
Por ello en materia económica debemos pensar, planificar y generar acuerdos sociales amplios que permitan la recuperación más rápida y potente posible. Habrá que atender al mismo tiempo los desafíos del crecimiento y los problemas de la desigualdad aumentada.
Debemos prepararnos para el día después, para ello la inversión pública y privada está llamada a jugar un rol fundamental.
La inversión pública será más relevante que en los momentos de mayores niveles de inversión privada, y no cabe dudas de que Uruguay debe tener un pipeline de proyectos, una agenda de infraestructura mucho más ambiciosa que la manejada hasta ahora.
Pero dada la relevancia que tiene la inversión privada y en particular (para un país con escasa capacidad de ahorro interno) la inversión extranjera directa (IED), quiero hacer hincapié en los desafíos que tiene Uruguay por delante para captarla.
El círculo virtuoso inversión-productividad-crecimiento.
Uruguay debe potenciar el círculo virtuoso que tiene que darse entre Inversión, Productividad y Crecimiento para generar un desarrollo sostenido y sostenible de nuestra economía.
Uruguay debe trabajar desde ahora en el día después, generando discusiones con base social amplia, que permita alcanzar consensos sólidos para llevar adelante reformas estructurales imprescindibles para aumentar la productividad: educación, inserción internacional, gobernanza de empresas públicas, en seguridad social, digitalización de la economía, esquema de promoción de inversiones, etc.
Junto con los esfuerzos para aumentar la productividad, Uruguay debe repensar constantemente y con un enfoque dinámico su estrategia de atracción y promoción de inversiones.
Cambios tributarios de escala global: una interpelación a los esquemas de promoción de inversiones nacionales.
El enfoque dinámico de nuestra estrategia será más necesario que nunca, frente al nuevo escenario que deja la pandemia, en el cual se destacan los cambios tributarios que en un corto plazo ocurrirán a escala global.
Estos cambios refieren básicamente a dos áreas: la tributación de la economía digital y la iniciativa de establecer una Renta Corporativa Mínima a escala global, temas sobre los cuales ha venido trabajando la OCDE desde hace mucho tiempo y que ahora impulsa la nueva administración de Estados Unidos.
El plan de reactivación de Biden implica el presupuesto público más alto de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, y por lo tanto impulsa estas iniciativas fiscales para poder financiarlo.
Esta iniciativa tributaria implica que en ningún país una empresa (al menos las que superen un determinado tamaño) podrá pagar menos de un 15% de impuesto a la renta. Esto tiene un efecto muy positivo respecto de evitar que estas empresas no paguen ningún impuesto en ningún país y por lo tanto es una buena noticia, pero también implica desafíos importantes.
Esta renta mínima corporativa que probablemente se concrete en el segundo semestre de este año y que supondrá un cambio radical en la fiscalidad a nivel global, muy probablemente impacte en regímenes promocionales que reducen la carga tributaria para fomentar la radicación de inversiones, como por ejemplo en el caso de Uruguay las Zonas Francas o exoneraciones para determinadas actividades como el software, la biotecnología o los centros de servicios compartidos.
De esta manera los países en desarrollo podrían ver en riesgo una de las herramientas con las que cuentan para captar IED.
Para un país como Uruguay la IED es muy importante porque no sólo fomenta el crecimiento, sino que tiene aparejadas un conjunto de externalidades asociadas a la transferencia de conocimiento, tecnología y de know-how hacia nuestro país por parte de las empresas extranjeras que encabezan las inversiones.
En el caso de nuestro país es especialmente sensible, ya que Uruguay con el tiempo ha desarrollado un variado esquema de regímenes promocionales para atraer inversiones, ya sea con criterio general, geográfico o específico para determinadas actividades.
Dada la magnitud de los desafíos que esto plantea, debería ser un tema relevante de la agenda pública en los próximos meses, involucrando al gobierno, sectores de actividad involucrados y sistema político.
Por ello es que hay que analizar cómo mejorar el esquema de promoción de inversiones y buscar acuerdos que permitan aumentar la productividad, pero también estar muy atentos a los desafíos que el contexto geopolítico nos depara.
Con toda nuestra atención y sensibilidad para afrontar el drama diario, debemos hacer un esfuerzo por pensar en la salida, en el día después.
- De Montevideo Portal
PABLO FERRERI – Dirigente del Frente Amplio. Fue viceministro de Economía y Finanzas (2015-2020) y Director General de Rentas (2010-2015).
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