El presidente Mujica destacó el gesto de estos “amigos del alma” y calificó su historia como “una joya digna de conocerse”. Mauricio Sosa vive en Pueblo de Barro, ubicado aproximadamente en el kilómetro 300 de la Ruta 26, a unos 30 kilómetros de Paso de Novillos. Tiene 47 años y cobra un sueldo como peón. Es integrante del único sindicato de peones de estancia que existe en el país. Su historia conmovió al presidente José Mujica quien lo puso de ejemplo recientemente en su viaje a España y los definió como “amigos del alma”.
Es que Mauricio decidió donar una moto al Sindicato para que un compañero sin trabajo que vive a 50 kilómetros de distancia pueda asistir a las reuniones. Ambos son humildes peones de estancia, pero Mauricio, viendo que su situación era mejor que la de Rubito Martínez, decidió reparar su moto y donársela para que la distancia no sea un impedimento para su compañero.
El diario LA REPÚBLICA viajó hasta Pueblo de Barro para entrevistar a los protagonistas de esta historia a la que Mujica calificó como “una joya digna de conocerse”. Lamentablemente el encuentro entre ambos peones no pudo concretarse. La crecida del arroyo Tacuarembó Chico, que separa Pueblo de Barro de Paso de los Novillos, lo impidió. Pero no fue obstáculo para que ambos peones se contaran a los gritos, uno de cada lado del arroyo, las novedades de la última reunión del Sindicato.
“Todo es difícil acá”, comentó Mauricio Sosa a LA REPÚBLICA al encontrarse con un arroyo crecido que no lo dejaba pasar. El problema había sido una lluvia de días atrás, que seguía bloqueando el paso del acceso al poblado rural. “No importa, hablemos de costa a costa del arroyo”, gritó Rubito Fernández del otro lado.
Y así comenzó el diálogo. Mauricio le contó que la moto ya estaba casi pronta y que en poco tiempo ya iba a poder usarla. Rubito le agradeció el gesto y aprovechó para contarle que hubo un avance en la formalización del sindicato en el PIT-CNT. La agrupación nuclea a trabajadores de una zona agrícola-ganadera, ubicada en la Ruta 26 entre las ciudades de Tacuarembó y Melo.
Reúne a unos 20 trabajadores rurales de la zona, y está ubicada en las cercanías de Villa Ansina, en el departamento de Tacuarembó. Forma parte de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines (Unatra), que integra el PIT-CNT.
El Sindicato es parte de la vida de estos dos hombres. Rubito vive a unos 50 kilómetros de donde se reúnen los peones, por lo que la llegada al lugar no era fácil, necesitaba que lo llevaran a la ruta para alcanzar un ómnibus, o para que lo pasaran a buscar. Allí apareció la solidaridad de su compañero. Mauricio no dudó un instante y decidió ayudarle donándole una moto para que no falte a las reuniones.
Con tono humilde y sin dar demasiada importancia a su gesto Mauricio contó que él no tiene familia, mientras que Rubito tiene dos hijos y además en este momento está sin trabajo por lo que la moto le vendrá muy bien. Mauricio esperó a LA REPÚBLICA con la mesa tendida para compartir el almuerzo y en un rincón de su vivienda estaba la motocicleta ya casi lista para que se la lleve Rubito Martínez en cuanto baje la crecida.
Mientras tanto, el birrodado ya está pronto en la casa de Mauricio. El vehículo es una muestra de solidaridad en medio de trabajadores que ganan muy bajos salarios, especialmente comparados con el resto de la población, pero que priorizan el otro en ciertas circunstancias. Al respecto el presidente José Mujica destacó especialmente la actitud. Narró el hecho en diálogo con LA REPÚBLICA y destacó los “valores solidarios” que los dos gremialistas rurales muestran; y los calificó de “amigos de corazón”.
El Sindicato – Mauricio habla con un claro acento de frontera con Brasil y le cuenta a LA REPÚBLICA los principales reclamos que lleva adelante el Sindicato. Las reivindicaciones no se aplican en su caso, ya que él está muy agradecido con la UAG, empresa para la que trabaja. Aseguró que su sueldo es muy superior al reclamado, y que recibe varios beneficios y comodidades en su lugar de trabajo. Entre ellos nombra que le pagan horas extras, cuando “nadie más lo hace en la región”. Además reconoce el hecho de que la empresa les da ropa, calzado y otros productos básicos, como jabones, televisión por cable, agua caliente y demás.
Quizás por esto, es que Mauricio no es demasiado crítico de la propiedad de la tierra en manos de extranjeros, aunque sí asegura que es importante que respeten las reglas. Defiende especialmente a las principales empresas que se instalaron en el país. Asegura que hay ciertas posibilidades de ascender, y recuerda casos de personas que “empezaron matando hormigas en la forestación” y ahora “tienen empresas con un capital de 500.000 dólares”. En su caso dentro de UAG, que es una empresa uruguaya que cotiza en bolsa, él comenzó como casero y ahora alimenta terneras en una etapa del proceso productivo de la empresa.
De La República
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