Aquellos con canas recordarán la Librería Tacuarembó, allí pegado al Democrático o la Casa Marzan en la esquina de 18 de Julio y Catalina. Eran del “Turco” Pérez. El mismo que había comenzado a trabajar con Coria allá por la década del 50 en el histórico Kiosco Rex, aquel que estaba en el frente de la sala cinematográfica Grand Rex. Adolfo Pérez siempre activo en su bicicleta, hoy antigua, o su Corcel por las calles de Tacuarembó.
Un día sus hijos cruzaron los mares tras otros destinos y se radicaron en España. El “Turco” un día también se fue con su esposa, “en diciembre del 2002”. Se radicó por allá. Pero siempre estaba volviendo y en cada campaña preelectoral, llenaba su viejo Corcel con banderas del Frente Amplio y pasaba un tiempito por acá. Hace unos dos años había venido, pero ya no se sentía muy bien, “se perdía por Tacuarembó” dijo un hermano. No se quería ir, intuía que ya no volvería más a su pago.
Allá lejos se agudizó su enfermedad. Y no pudo. El “Turco” Pérez pasó a ser un recuerdo del paisaje humano de aquel Tacuarembó. Al Kiosco Rex lo derrumbó una piqueta, la misma que tiró abajo una de las salas de cine más hermosas del país, la Librería Tacuarembó y la Casa Marzan hace mucho que desaparecieron.
Adolfo Enrico Pérez Derze, falleció en Castelldefels, Barcelona el 26 de diciembre de 2013, tenía 75 años. Sus restos mortales fueron cremados y sus cenizas serán traídas a Tacuarembó.
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SE FUE UN “BOHEMIO” AMIGO
Cuando volvimos a Tacuarembó en 1988 lo reencontramos; en los 60 cuando nos fuimos él era de los “Purretes” que el matrimonio Sánchez Brito trajo al mundo junto a Fernando, Osquitar y el Tino.
Allí en el comercio, frente a la Plaza 19 o en la Casa de los Deportes también frente a la plaza, andaba el Yerry con su pasión por el deporte como dirigente y delegado del Wanderers Juvenil y su erudición en los reglamentos. A aquel comercio íbamos nosotros en busca de don Oscar y sus aportes de experiencia y económicos, y de su camioneta para ir a buscar a los gurises del Ferro, y por supuesto que desde las chanzas hasta los temas serios del fútbol se cruzaban entre aquel hermano bohemio y éste azulgrana. En el 92 un juvenil del Wanderers, Pancho Senosiain, según él nos dijo quería cambiar de club y llegó al Ferro de la mano del Yerry, quien consiguió que se le diera el pase, como dijo Pancho: “El hijo de Don Oscar, uno de los grandes dirigentes de Ferrocarril en su historia”;
Creo que no tenía la computadora y la internet que ahora te avisa cuando alguien cumple años, pero el Jerry de alguna manera llegaba siempre con su saludo el 2 de agosto, cuando el que esto escribe se agregaba un año más.
Siempre sentí en las palabras del Yerry el calor sencillo de un corazón sensible y bueno, y nunca olvido la ternura de su voz cuando nombraba a María, la mujer que lo acompañó hasta su despedida.
Éstas solo pretenden ser unas palabras de saludo para el Yerry, un decirle a María que en nuestro corazón él seguirá estando, que su Wanderers Juvenil lo despidió con un nuevo título y que el Yerry será siempre recordado como el delegado que se sabía los reglamentos de “pe a pa”; un pasional de lo que hacía y un hombre de una modesta generosidad, que solo conocían los beneficiarios silenciosos de sus gestos.
A Don Oscar, su padre, que lo sobrevive, y a sus hermanos nuestros respetos en su dolor. A María el consuelo o el bálsamo de saber que muchos amigos lloran hoy, acompañándola en la partida de su compañero.
El Yerry como hombre bueno no se murió, se siembra.
–José Roberto Sánchez Brito (Yerry), falleció en Tacuarembó, el 1º de diciembre de 2013.
Luis Ángel Inthamoussu
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EL ANGUILA ASSIS TAMBIÉN SE FUE
Hombre del Sandú, lo recuerdo allá por la década del 60 con la celeste del Fiat-Lux.
También lo veía pasar por la calle Ituzaingó balanceándose sobre su chiva, superando la subida desde el puente del Cuartel viejo.
Hoy un representante de su sangre, Alberto Assis, recorre con su dinámica y su entrega en sacrificada tarea, el medio campo con la rojiblanca del Tacuarembó Fútbol Club.
Nuestros respetos a la familia del Anguila y al club de sus amores, sabiendo que todo aquel que supo pegarle a la “globa” para divertirse o para sufrir, estuvo muy cerca de la felicidad y eso no es poca cosa porque como dijo aquella teóloga alemana: “la felicidad a los niños no se le explica, hay que tirarle una pelota para que jueguen”.
Vale un recuerdo para un jugador de las mejores épocas de nuestro fútbol rojiblanco.
-Manuel Ruben Assis Olivera (Anguila), falleció en Tacuarembó, el 29 de noviembre de 2013.
L.A.I.
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