«En Cuñapirú se produjo la primera huelga obrera que conoció Uruguay. En 1880 los mineros se rebelaron en protesta por las condiciones de explotación, los castigos corporales y la ausencia de contratos de trabajo. Trabajaban en las minas y la usina, al menos doscientos inmigrantes italianos, responsabilizados de alentar los desórdenes. En su investigación, Selva Chirico consigna, entre otros documentos, una carta del ingeniero L´Olivier, a cargo de los trabajos de la compañía, dirigida al Jefe Político de Tacuarembó, fechada en Santa Ernestina, el 19 de enero de 1880.
En ella expresaba: ´Los trabajadores son libres de no aceptar este modo nuevo de paga, pero no se puede permitir que algunos de ellos, todos italianos, impidan de trabajar a los que quieren seguir sus trabajos´. Y más adelante: ´La fuerza que tenemos de la policía, siendo insuficiente a más de 200 italianos unidos por el miedo de algunos, vengo a pedirle de avisarme y dar órdenes al señor Comisario de conformidad con sus ideas en tal caso”.
Pedía soldados para reprimir la huelga y el Jefe Político de Tacuarembó los pedía al gobierno nacional, que se los retaceaba… finalmente enviaron varios piquetes y se restableció el orden, aunque aquellos doscientos italianos, presumiblemente anarquistas, desaparecieron misteriosamente de Cuñapirú, de Corrales, de los registros uruguayos, y su destino se hundió en un mar de conjeturas.
Las declaraciones de derrumbes en los túneles y su posterior desmentido por ingenieros en geología aportaron indicios, pero no pruebas. La solidez de las galerías descarta eventuales derrumbes. Pudieron emigrar en masa a Brasil, o fueron víctimas de la represión y el crimen. De aquellos años data una tradición oral que bautizó a una zanja cercana con el nombre de ´dos inforcados´ (de los ahorcados), con ironía o llaneza popular».
De “El Norte Profundo” – Carlos María Domínguez
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