No es novedad y desgraciadamente ya no llama la atención, que estamos ante un pico muy alto de violencia en todo el país. Femicidios, “ajustes de cuentas”, rapiñas a mano armada con muertes, robos y barrios dominados por supuestas bandas de micro-narcos. Seguramente, es por demás justificada la sensación generalizada de miedo en la población. En ese escenario y hasta hace muy poquitos días nada, importante surgía desde el sistema político (gobierno y oposición en conjunto).
Declaraciones de un lado y de otro. Estadísticas con más menos índices de delincuencia. Interpelaciones “sin consecuencias”. O sea gobierno defendiendo su gestión (ej. Ministro Bonomi “estado aclara mas homicidios que el FBI” en LR21 2/12/17) y oposición reprochando y exigiendo mano dura. Los gremios policiales increíblemente, exigiendo “protección”.
Años pasaron en ese intrascendente juego, con la población pasiva mirando lo que se constituyó en un lastimoso espectáculo, ante la carencia de soluciones efectivas y palpables.
Hasta que ocurre lo inesperado para muchos y esperado para pocos. La tercer jerarquía en importancia del Ministerio del Interior y primer uniformado en el rango superior, el Insp. Layera, aparece en momentos que el Sr. Ministro estaba de viaje, con unas declaraciones al periodista de Radio Sarandí y el Observador Gabriel Pereyra, que descolocaron a propios y extraños.
A propios (o sea actores del gobierno) ya que a pesar de que muchos callaron, algunos criticaron duramente exigieron su renuncia y unos pocos: sus mandos, lo respaldaron.
A extraños (o sea la oposición) les despertó el instinto combativo y dijeron el clásico: “vieron, era verdad lo que decía la gente y decíamos nosotros”.
Y acá, junto con el miedo generalizado, el clima propicio de incertidumbre del sistema político, aparece un no menos importante tercer elemento: “los albores de la campaña electoral”.
Al grito de ahora o nunca, han salido a exigir, impulsados y contagiados por el miedo a la inseguridad, pero por sobre todo por el miedo, quizá mas importante para un político o gobernante: el miedo a perder aprobación y de la noche a la mañana: a proponer “soluciones”.
La primera. En un acto de personalismo discutible el Presidente de la Republica solo y según la prensa sin autoridades del Ministerio del Interior en el balneario San Luis, anunció la inminencia de importantes cambios. Con el paso de los días se supo que desde presidencia, se tomaría en forma directa el combate a la delincuencia a través de una comisión coordinadora de acciones integrada por Presidencia, Ministerios del Interior y Desarrollo Social, BPS y autoridades de la Educación.
Según parece, esa comisión buscará soluciones en la coordinación de esos organismos y diagnosticará la situación.
A estar por los anuncios por ahora, ruidos y nada de nueces.
¿Qué debería ocurrir para que esas nueces aparezcan? Voluntad, ideas, ejecutividad y algo que aún no se ha mencionado dinero del presupuesto. Voluntad para repensar determinadas políticas sociales, ideas para reordenar y conectar los diversos organismos, ejecutividad para lograr, en el cortísimo tiempo soluciones eficientes. ¿Y el consabido dinero para reforzar los gastos que todo ello sin dudas demandará?
Si bien no integra la comisión, el Ministro de Economía dice que dinero en la próxima rendición de cuentas es igual a 0 Y agregamos el próximo es año electoral, dónde pocos gastos se pueden sumar presupuestalmente. Muchas dudas surgen. ¿Qué piensa la famosa Mesa Política de la fuerza? y ¿qué piensan los sectores frenteamplistas distantes de las declaraciones de Layera? Porque convengamos estas acciones son parte del “efecto Layera”.
Dudas pues, en lo interno del gobierno, (recordemos algún chisporroteo Policía BPS MIDES por los datos) y dudas a nivel del Ministerio del Interior, cosa que poco se habla, porque el papel protagónico del dúo Bonomi- Jorge Vázquez parece perder peso. Entonces ¿qué ocurre en una fuerza vertical y sometida a la autoridad como es la Policía Nacional, cuando desde la tribuna notan que sus mandos están cuestionados?
Y por último sobre la creación de tal comisión dos cuestiones preocupantes: a) la asunción de protagonismo presidencial y la orden de coordinar acciones está demostrando que ello antes no ocurrió asi y b) la integración de BPS y MIDES operaría como una peligrosa criminalización de la pobreza, absurda posición asumida por algunos sectores de la población.
Por eso lo dicho: mas dudas que certezas y solo el paso del tiempo lo definirá.
El segundo producto del “efecto Layera” y claramente consecuencia de los miedos, está dado por la campaña precisamente denominada “Vivir sin miedo”, impulsada por el Sr. Larrañaga y algunos dirigentes de su sector. Reforma de la Constitución para acotar derechos fundamentales de los ciudadanos, colocar al Ministerio de Defensa y sus militares en la custodia de la seguridad interna de la nación e implantar la cadena perpetua revisable.
Peligroso toqueteo de la norma máxima de la república. Hace recordar las restricciones de las autoridades a los espectadores del futbol. Por no poder controlar a unos pocos se castigó a todo el público. Claro, esto es muchísimo mas grave, porque se limitan garantías, derechos y libertades de todos los habitantes y se introducen nuevamente a los militares en las calles.
El pasado reciente nos demostró la penosa experiencia del sistema político cuando acudió a los militares. Se nos dirá no se corresponden los tiempos, los militares de hoy no son los golpistas de ayer, las condiciones no están dadas etc. En aquellos tiempos se decía lo mismo.
Basta recordar nada mas y nada menos que a Wilson Ferreira cuando le dijo a la periodista María Esther Gilio su arrepentimiento por haberle votado al Gobierno de Bordaberry, en los albores de la dictadura la trágica ley de seguridad del estado: “Si bien me he arrepentido de ese error, es muy fácil escribir la historia cuando se conocen los resultados y hay que situarse en el momento en que todo eso ocurrió” (libro Wilson Ferreira Aldunate págs. 40 y sgts.)
Pues bien, hoy el país conoce los resultados de militarizar el país. Los uruguayos seguramente nos sobrepondremos a esos miedos y evitaremos semejante atropello.
Conclusión: Lamentablemente pensamos que los miedos de la población a la inseguridad y la violencia de todos los días, continuarán por mas tiempo dado que los integrantes del sistema político, intentando jugar para la tribuna y tratando de ser políticamente correctos están dominados por los miedos electorales.
Y en definitiva las causas profundas de la violencia, la inseguridad, la marginalidad, la exclusión, discriminación, abonados por la corrupción campante, serán difíciles de erradicar en el corto y mediano plazo, a menos que la población recobre en forma directa su espíritu republicano y se comprometa con un alto sentido de la responsabilidad ciudadana.
DR. GUILLERMO CHIRIBAO
Consejero orden egresados Fac. De Derecho Udelar
Ex. Asesor Letrado del Directorio de OSE
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