REFRANES (*)
– “Contento como gurí con alpargatas nuevas” – La vida de antes era sencilla, pastoril, evocadora de églogas virgilianas. Nada de cola – chatas, nada de trigidaires, de nailon ni entradas a las tribunas Ámsterdam u Olímpicas de más de $5.000 por reventas.
En aquel entonces, cuando se podía estrenar un traje había que prepararse para “aguantar” las bromas de los amigos durante varios días. ¡Cuán lejos estamos de ese medio siglo transcurrido!
Hoy día, con naturalidad pasmosa, cualquier rico estrena piso horizontal ultramoderno de un costro de varios millones de pesos y la dama de la casa un tapado de visón que cuesta una fortuna, como cualquier afortunado pateador de pelota.
Los tiempos cambian en forma acelerada. Antes un par de alpargatas costaba 20 centésimos ¡y había que qué contento producía en el alma del niño el estrenarlas! ¡Tanto como el de los felices padres al poder comprarlas!
El criollo que creó ese dicho sabía sentir y gozar de esas pequeñas grandes cosas de la vida.
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– “Corto como poncho de colla” – ¿Quién no conoció al colla? En nuestra niñez ya lejana, que ubicamos al principio del siglo, recordamos con claridad meridiana la para nosotros misteriosa y rara figura del colla, presente en este departamento de Tacuarembó en forma periódica. Cubría siempre su cabeza una ajustada gorra y su cuerpo un ponchito tejido en lana que apenas le llegaba al ombligo.
Cabalgaba un pequeño burrito llorón que era motivo de regocijo de la botijada cuando lo podían montar un poco a cambio de una moneda de cobre. Su comercio consistía en la venta de cinturones y bolsitos tejidos en lana y principalmente ungüentos maravillosos que lo curaban todo.
Quedó ilustrado en este dicho el recuerdo de esa figura legendaria que lo aplican por ejemplo: a un hombre de poca estatura; a un tiro de lazo que no llegaba a destino; a un tiro de taba que no pasa la raya; a un pantalón corto, etcétera.
(*) Del Refranero Uruguayo – Autor: Washington Escobar (1ª edición – 1962 / 7ª edición – 1983)
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Foto: Un recuerdo para el padre Jaime Ros, en la esquina con 18 de Julio frente a Plaza de la Cruz.
Ambas placas fueron retiradas el año pasado de la pared donde estaban colocadas desde fines de la década del treinta del siglo pasado. Toda una reliquia para la ciudad de Tacuarembó. La inquietud de vecinos del lugar, por su retiro, motivó un pedido de informes a las autoridades, del entonces edil Gustavo Bornia con fecha 20 de agosto de 2020 en el Plenario de la Junta Departamental.
– En otro orden Sr. Presidente…
– Vecinos de la Plaza de la Cruz están molestos por el retiro de la placa homenaje al Presbítero Jaime Ros, colocada en la esquina de la propia calle Jaime Ros y calle 18 de Julio de nuestra ciudad. También fue retirada la chapa que da nombre a la calle.
En el libro “Tacuarembó, historia de su gente” de Sylvia Puentes de Oyenard; “Uniendo pasado y presente” editado por esta Junta Departamental y en el texto de Carlos Arezo Posada, “Código Tacuarembó”, se habla de lo que significó el Padre Ros para nuestra ciudad y nuestro pueblo.
Jaime José Agustín Ros Campodónico, nació en Buenos Aires. En 1892 es nombrado Cura Vicario de Tacuarembó y se traslada a nuestra ciudad. Fue investigador, periodista y escritor, en 1934 publica “Monografía de Tacuarembó”, este es del primer intento investigativo tacuaremboense.
Fue Vicepresidente del Legislativo Departamental los años 1938 y 1939 y fue su Presidente los años 1940 y 1941.
En julio de 1939, ante la solicitud del “Centro Juan Zorrilla de San Martín”, se designa con el nombre de “Presbítero Jaime Ros” a la entonces calle “Río de la Plata”.
Sin duda se podría hablar mucho más de este vecino tacuaremboense.
Ante el retiro de la placa en cuestión solicito informes tanto a la Dirección Departamental de Cultura como a la Comisión de Patrimonio: 1) Si están al tanto de este hecho y si existe preocupación al respecto; 2) Si hay un relevamiento de las placas instaladas en nuestra ciudad, cuantas son y en qué estado están.
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