Este es un mal momento para la radio no solo para el presente sino para el futuro del medio, especialmente para las empresas privadas de radio cuyos ingresos dependen de vender sus audiencias en el mercado publicitario.
La digitalización del consumo de contenidos de niños y adolescentes ha truncado la manera en la que se producía el primer contacto con la radio.
Hace 85 años la radio anunciaba el fin del mundo, o así se lo hizo creer Orson Welles a muchos ciudadanos americanos. Sin embargo, el mundo sigue y la radio continúa informando, formando y entreteniendo a partir de todo lo que ocurre en él, incluso, también, a partir de lo que imaginan los escuchas.
No resulta fácil creer que un día llegará el fin de la radio. Sí su transformación. Está de hecho pasando con el apagón de la FM en algunos países y con la convergencia digital entre la radio hertziana y la radio online. A la radio, como al mundo, todavía le queda mucha vida; ¿pero qué calidad de vida?
En diez años, de 2012 a 2022 el nivel de penetración de la radio en España ha registrado bajadas y subidas: desde el 58,2% de 2018, pasando por el pico durante el COVID-19 en 2020 del 61,9%, para retraerse a un 56,8% en 2022.
La nación que escucha radio periódicamente tiene en Austria el 84% y Uruguay 17%. (2019).
Durante los 70s y 80s la era de los radiograbadores y walkman de Sony-música portátil-, presentó alguna competencia; pero no comprábamos los casetes a las discográficas. Grabábamos música de la radio. Fue un mal momento para las discográficas que comerciaban aun con discos de vinilo.
La radio no es un medio de encefalograma plano; tampoco de ascensos vertiginosos ni de precipitadas caídas. En el medio sonoro los cambios se producen en general de manera mucho más sutil, incluso para estos tiempos rápidos, incluso en contra de la aceleración tecnológica. Esa especie de slow life, tan radiofónica es una de las características que nos ayudan a entender por qué la radio no cambia (casi) cuando todo cambia.
La sociedad y la tecnología avanzan muy rápido. En menos de 3 meses (noviembre-enero) tiene 20 millones de usuarios y otros 800 millones en lista de espera han intentado sumarse a la ola ChatGPT.
La edad, el trabajo y la tecnología digital es determinante en los oyentes. La digitalización del consumo de contenidos de niños y adolescentes ha truncado la manera en la que se producía el primer contacto con la radio.
Por ejemplo, ¿quién decide ahora qué se oye en el coche (suponiendo que toda la familia escuche lo mismo durante el viaje)? Compartir un dial de radio o recomendarse canciones o programas entre amigos son costumbres que han sido sustituidas por el consumo digital individual inmediato, como atestiguan los numerosos estudios cualitativos publicados. Cada uno con su tablet o Smartphone y su publicidad personalizada.
La radio se segmenta en grupos etarios. Los milenials no sabe que existe, la generación Z (nacidos después de los 90s) la están dejando, la tercera edad siguen siendo fiel a este medio. Dividiendo por estimados de presuntos oyentes-en España- no llegan a 50 minutos diarios; principalmente escuchar las noticias mientras se conduce al trabajo.
Sin hábito no hay escucha.
Es una sencilla premisa. Si un niño o una persona crece en entorno, donde el radiorreceptor esta guardo en alguna caja sin pilas o el enchufe roto, perderá o no adquirirá el hábito de la escucha.
Los «poderes» de la radio.
Uno de los poderes fundamentales de la radio como medio de comunicación radica en el sonido, ese elemento que se entiende tan frágil y débil como poderoso (compatible, portable, cercano). Por algo el primer sentido que desarrollamos los seres humanos es el oído: escuchar para empezar a sentir, para empezar a entender.
El otro gran poder reside en la voz humana, que genera conexiones duraderas entre personas y nos iguala en la capacidad para expresarnos.
Esos dos elementos la transforman en instrumento de cohesión social, de participación, antídoto contra la soledad, «medicina» para satisfacer algunas necesidades básicas e incluso en recurso valioso de aprendizaje.
«Son los poderes de la radio, que la personalizada en algo tan incombustible como frágil: la fragilidad de toda obra humana. Porque la radio, antes que medio informativo, es un medio de comunicación, ubicuo, que contrae un conjunto de relaciones e interacciones con el entorno político, económico, social y cultural de cada momento histórico y participa en su evolución, como escribió el profesor Mariano Cebrián (2012)».
Y esos procesos de comunicación en la radio no son solo informativos o de mero entretenimiento: son también procesos de producción de sentido social, de espacio público. La radio como instrumento de poder social en pequeñas sociedades, en contextos muy concretos. La radio, a veces, como poder simbólico, altavoz y ventana, con un papel transformador y dinamizador, como ejemplifican muchas radios comunitarias de África, América Latina, Asia o Europa. Incluso la radio como salvavidas. La radio como vehículo de cohesión social, para activar la participación, ofrecer una mirada de barrio, facilitar la convivencia intercultural, servir como instrumentos de integración.
Recordemos Radio Martí, las radios piratas en altamar dando oposición política cubana desde el exilio.
El valor de la caricia auditiva.
En el año 2011, un estudio realizado por Radio Advertising Bureau, Reino Unido, aseguró que la radio hacía más feliz a la gente que otros medios.
Pudimos ratificarlo, mediante un pequeño experimento de investigación, en un trabajo presentado por un equipo de la Universidad Pontificia en el año 2015. Entonces comprobamos, como ya señaló el estudio del Radio Advertising Bureau. La mayor influencia de la radio sobre la vida de las personas tiene que ver con el bienestar y la felicidad, con la necesidad de sentirse mejor y acompañadas en las actividades diarias.
«La caricia auditiva para despabilarse», desayunar y empezar el día con la amiga radio, como calificaba la relación de los argentinos con el medio radiofónico Marina Zucchi (Clarín).
La radio compañera, para no estar solos.
Como la que escuchaba Bill cada día ya la que llamó porque se sintió solo tras la muerte de su esposa. Acabó en el estudio, rodeado de llamadas de otros oyentes, una taza de té y un abrazo.
¿Cómo va a morir la radio, o a cambiar del todo, si, además de mantenernos alerta ante el trabajo o el estudio nocturno, además de acompañar nuestra noche en vela, puede ayudarnos a dormir? Y es que, aunque parezca la antítesis de lo que debe buscar cualquier ejercicio de comunicación radiofónica, en Nueva Zelanda existe una emisora, Sleep Radio, para ayudar a dormir. Un objetivo nada baladí si pensamos que un 15% de la población mundial padece insomnio.
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Todo el bonito optimismo, necesita dinero para mantenerse.
¿Dónde está la brecha entre el diagnóstico de la situación y lo deseable? En la dificultad de asegurar el retorno a la inversión que supone el acercamiento a esta generación por parte de las corporaciones privadas de radio. La exigencia de resultados dentro del ejercicio contable obliga a destinar los recursos disponibles a obtener este resultado a corto plazo.
Demasiado riesgo y demasiada incertidumbre. Algo habitual, por otra parte, en cualquier proyecto de industria cultural. Los recursos (de tiempo y dinero) que se necesitan para responder a esto solo están ahora al alcance de las grandes compañías de distribución sonora digital (Spotify, Amazon con Alexa, etc.) que invierten a pérdidas, a sabiendas, para obtener suficiente masa crítica rentable a futuro.
El locutor y periodista argentino, Mario Pergolini se preguntó de cuánta gente escuchaba sus programas. Tan mal, que Pergolini y su productora Cuatro Cabezas ahora solo son productores de contenido para internet.
Utilidades únicas de la radio.
Pero la radio en sus formatos AM y SW -onda corta- son el medio de comunicación más accesible de todos. Después del terremoto de Haití, se proveyó un aparato portable (am) que se carga su batería, utilizando una manija para ello. Radio Ucrania Internacional-también en la web-usa la onda corta que permite la llegada de noticias a sus compatriotas en todo el mundo.
En un tiempo cuando aquí en La Heroica los políticos y amigos con plata de los 90s, se auto adjudicaban licencias de radio -en ese momento si reportaban ganancias- surgieron 5 FMs sumándole las 4 AM existente.
Hoy la mayoría de ellas la ocupan espacios de evangelistas brasileros, o no tienen contenido y apenas hay locutores que se ganen la vida solo con su trabajo en una emisora. Para el resto es un complemento, a sus ingresos.
Son tantas las utilidades de la radio como medio de comunicación social en sus diferentes vertientes (medio público, comercial, comunitario, escolar, hiperfocal, online, por ondas, en podcast), que se antoja difícil considerar, aunque vayamos a dejar morir aquello que nos resultan útiles. Quizás la única forma que subsistan las radios sea al estilo BBC donde cada propietario de un aparato paga una subvención con sus impuestos.
La radio sobrevivirá, pero no en formato de «radio», en formato mixto radio online y con imágenes como lo hace CNN Radio Argentina.
- Michael Mansilla – UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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