La repentina noticia de la muerte de Martha Montaner ha conmovido profundamente a la sociedad. Quizás la primaria incredulidad que sentimos, se ha visto acrecentada por el recuerdo de la vitalidad, entusiasmo, esperanza, cordialidad y alegría que la caracterizaba. Nos convoca espontáneamente, la evocación de una vida que prefirió el tránsito por el difícil camino del deber político, con avatares más intensos, riesgos mayores, desafíos de dimensiones infinitas y carga de responsabilidad abrumadora.
Si bien las numerosas ocupaciones humanas pueden disputarse la corona de mayor entrega en el servicio individual o colectivo, ninguna tiene la incidencia general que alcanza la política, ninguna gravita tanto en una comunidad.
Martha estaba en política porque su vocación se lo imponía de manera ineludible. Sentía una acentuada devoción, que había aprehendido, aprendido, cultivado y practicado desde el hogar paterno. Se había acostumbrado tempranamente a convivir con el calor de las multitudes y trasegar incansablemente por todo el departamento, que recorría palmo a palmo. La primera vez que supe de su existencia, fue al verla en el estrado de cierre de campaña (1971) acompañando a su padre.
En su debut como candidata (1989) debió sufrir y soportar su primera derrota electoral. Sin embargo, dejó sembrada la semilla que le permitió cosechar su primera victoria en 1994. Por primera vez una mujer era electa diputada por el departamento de Tacuarembó, como consecuencia, también fue electa Secretaria General del Partido Colorado (mayoría interna que mantuvo en todas las instancias electorales posteriores).
En tiempos de declive electoral de su querido partido -que reivindicaba como Fundacional y Reformador del país, forjador de una gran clase media, vanguardista en políticas sociales, laborales, de seguridad social, defensor de la República y la Democracia- logró conquistar un escaño en la Cámara de Representantes, además de resultar electa senadora titular (2014). En Tacuarembó fue la primera vez que dos mujeres –Martha y Susana Montaner- resultaron electas y ocuparon cargos en ambas cámaras. Tampoco resulta un detalle menor, señalar que en la oportunidad el departamento obtuvo una tercera banca de representante nacional y a pesar de haber obtenido menor cantidad de votos que los dos partidos mayoritarios, fue la única colectividad política del departamento que también logró un cargo en la Cámara Alta.
Tuvo el honor de ser la primera mujer en asumir la Secretaría General del Partido Colorado a nivel nacional y desarrollar una gestión con énfasis en temas departamentales, nacionales y de política exterior. Lideró un período que logró ubicar al Partido Colorado como necesario protagonista de la agenda nacional.
¿De sus constantes inquietudes políticas? Era conocido que le dolían los pobres, la situación de los desamparados, el desmoronamiento de la educación, la creciente inseguridad pública, la situación de la mujer, carencias de agua potable, saneamiento o electrificación, la necesidad de transporte público urbano en Tacuarembó, preocupaciones que cristalizaron en medidas, soluciones concretas y leyes. Su ausencia se notará en el quehacer político y seguramente se sentirá el vacío que deja. Con gran entereza cumplió con el deber hasta el final, soportando una cruenta enfermedad de manera valiente y digna, siguiendo su marcha hasta que aguantó el eje, como decía Don Frutos.
Líder, caudilla, legisladora, ciudadana excelente, oradora vibrante y entusiasta, se ha llevado el agradecimiento y reconocimiento de su pueblo. Deja para la historia el legado de una exitosa trayectoria política, que medida en cantidad de legislaturas no tiene parangón partidario en el departamento. Era ajena a la calumnia y el agravio, que ni los profería ni la distraían. En tiempos de vacío y crisis de valores, Martha abrazó esa actividad tantas veces denigrada, que necesariamente requiere grandeza, vocación de servicio, solvencia.
La ejerció con lealtad y elevada altura, contribuyó al fortalecimiento de las instituciones y de la libertad, a promover de hecho y de palabra los valores que pacíficamente reconocemos como necesarios para una sociedad próspera, justa, libre, tolerante y en paz. Aportó sus mejores pensamientos y acciones para construir una obra, que como decía su admirado Pepe Batlle, fuera “de justicia para todos, para nosotros y nuestros adversarios, para nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios”.
El Partido Colorado que ha venido siendo golpeado por la adversidad electoral, seguramente sentirá el acicate de Martha para retomar un liderazgo que consideraba fundamental, especialmente en las ocasiones que negros nubarrones cubren a la República. Sería la mejor manera de convertir en realidad los sueños compartidos con una abanderada ejemplar, que desgraciadamente ha caído prematuramente.
Dr. José Gómez Lagos
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Ante el fallecimiento de la Senadora Montaner
Falleció la compañera y amiga Martha Montaner, un ser humano excepcional, la vida quiso que en la Legislatura anterior pudiéramos compartir bancas en la Cámara de Diputados, cada uno con su divisa y convicción, pero defendiendo siempre los intereses de nuestro querido departamento de Tacuarembó y de los sectores más necesitados de nuestra sociedad. Tenía por Martha un gran aprecio y admiración y por eso cada vez que hacía uso de la palabra la escuchaba con suma atención, su voz fuerte y clara se hacía sentir en el recinto de la Cámara con mucha fuerza, muchas veces nos trasladábamos a su bancada para conocer su opinión frente a diferentes temas.
También supimos apreciar su opinión cuando nos referíamos a algún tema, dándonos siempre su apoyo y voz de aliento, sabía Martha que lo hacíamos con pasión por las cosas que nos tocó defender. No dudo en pensar que estuve entre los primeros legisladores en que nos confió su enfermedad y la lucha inclaudicable que estaba llevando. Una gran pérdida para su Partido Colorado y el País todo. Es seguro que quedará para siempre su recuerdo en nuestro pueblo y en todos los que tuvimos el privilegio de conocerla.
– Dr. Antonio Chiesa (Publicado en Facebook)
– Martha Silvana Montaner Formoso, falleció en la ciudad de Montevideo el 9 de marzo de 2016 a los 61 años de edad.
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