Antes de las 7 de la tarde del pasado viernes 30 de agosto, el Paraninfo de la Universidad de la República ya estaba repleto. Una pantalla gigante exhibía un audiovisual sobre los detenidos desaparecidos, donde en primera persona se contaban sus historias, sus angustias, el secuestro y el horror de la tortura, sus asesinatos, sus desapariciones. Los carteles con las fotos de detenidos desaparecidos poblaron también el Paraninfo. Siguen diciendo presente.
Luisa entró de repente. El paraninfo entero se puso de pie; el aplauso fue largo, sentido.
La propuesta de entregar a Luisa Cuesta el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República surgió del Consejo de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Su decano, Álvaro Rico, fue el encargado de reseñar los 93 años de Luisa Cuesta, quien nació en 1920, en Soriano y trabajó en un taller de chapa y pintura hasta el 28 de junio de 1973, al día siguiente del golpe de Estado, cuando fue encarcelada por siete meses. Su hijo, Nebio Melo Cuesta, estaba vinculado al Partido Comunista Revolucionario y por ello el Servicio de Información de Defensa pidió su captura en 1973. A comienzos de 1974 se exilió en Argentina con su esposa y su hija; fue secuestrado en 1976, cuando tenía 32 años, y nunca más se supo de él. Su madre lo ha buscado desde entonces, primero en Argentina, luego desde Europa conformando asociaciones de personas que buscaban a sus familiares desaparecidos.
Luisa Cuesta volvió a Uruguay en 1985 y se integró al grupo de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos. «Éramos todos familiares de desaparecidos, perteneciéramos al lugar que hubiéramos pertenecido… llega un momento que los familiares son todos tuyos, todos tuyos, no peleás por el tuyo, peleás por todos», leyó Rico citando la investigación coordinada por los docentes Carlos Demasi y Jaime Yaffé, consignada en el libro Vivos los llevaron. Historia de la lucha de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos (1973-2005). El decano destacó que en 1989, cuando la ciudadanía uruguaya ratificó la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, se desató una profunda crisis en el grupo de Familiares y que el colectivo fue continuado por un pequeño núcleo entre las que se encontraban «Luisa Cuesta, Amalia González, Hortensia Pereira, Milka González y otras mujeres-madres a quienes también homenajeamos hoy en el nombre de Luisa».
Sentada en su silla y con tranquilidad, Luisa escuchaba la reseña de su lucha. Rico prosiguió. Citó los trabajos de la Comisión para la Paz (2000-2003) y la reapertura de las investigaciones a partir de 2005. «Más allá de los avances producidos en el marco de estas investigaciones faltan importantes cuotas de verdad, memoria y justicia relacionadas con los cerca de 200 ciudadanos uruguayos detenidos-desaparecidos denunciados hasta el momento en Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia y Bolivia». Mencionó que «nuevas contradicciones y retrocesos concluyeron reafirmando la impunidad en el Uruguay» cuando la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional la norma interpretativa de la Ley de Caducidad.
El decano recordó el compromiso de la Universidad en las investigaciones, los convenios con Familiares y el que se mantiene desde hace ocho años con Presidencia de la República que ha permitido detectar sitios de enterramientos de detenidos-desaparecidos, recuperar los restos de cuatro de ellos y acceder a archivos del Estado.
«Desde aquellos primeros días de febrero de 1976 hasta hoy, hace 37 años, Luisa se constituyó, sin dudas, en un ejemplo de compromiso ético, social y ciudadano en nuestro país, en la búsqueda incansable del destino de los detenidos-desaparecidos y en la búsqueda de su único hijo, Nebio», expresó Rico, mientras las lágrimas del público eran incontenibles.
Una gran maestra – El rector Rodrigo Arocena expresó el principal elemento tenido en cuenta para otorgarle el título de Doctor Honoris Causa: «Muchos queremos enseñar, sentimos la pasión de enseñar, de ayudar a otros a aprender, a veces algo logramos en eso de enseñar, pero sabemos bien que lo más difícil de enseñar tiene que ver con la formación ética, y en la formación ética muy pocos son maestros. Porque ¿cómo se enseña la virtud, cómo se enseña a vivir como es debido? Es una pregunta abierta y planteada desde hace milenios y que tiene una respuesta tan difícil como sencilla: se enseña a vivir como es debido, viviendo». Agregó que ese reconocimiento se continúa en las nuevas generaciones,y mencionó que la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay tituló su última convención con el nombre de Luisa Cuesta.
«Querida y admirada Luisa Cuesta, lo que está haciendo hoy la Universidad es nada más ni nada menos que reconocer a una gran maestra. Por eso al darte este pequeño título, ejemplo de un cariño y una admiración grande, hablando seguramente en nombre de toda la República, la Universidad te dice: muchísimas gracias».
La homenajeada fue muy breve: «Muchísimas gracias a todos y todas para mí son lo mejor que tengo con la edad que tengo. Muchas gracias». Los aplausos siguieron inundando la sala con cierta mezcla de alegría y tristeza.
El Octeto, un grupo de ex presos políticos que comenzaron un coro mientras estaban en la cárcel y que volvieron a juntarse en 2010, dieron un cierre a la actividad. Como una plegaria cantaron: «Remuevan la tierra, sigan removiendo con mucha ternura como acariciando un recuerdo escondido». Como despedida cantaron un tema de Víctor Heredia y dejaron resonando la frase: «todavía esperamos».
*El audiovisual proyectado al inicio se llama El tiempo pasa. Es una producción de la Comedia Nacional y Montevideo Capital Iberoamericana de la Cultura, en base al guión de Inés Bortagaray. Fue proyectado el 27 de junio de 2013, a los 40 años del golpe de Estado en Uruguay.
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