El Presidente aludió al consumismo como una “enfermedad de masas funcional a los intereses de la acumulación”. Lo definió como “esclavitud contemporánea”, ligado a la pérdida de autonomía. Entiende que el afán por la acumulación impide distinguir necesidades verdaderas de falsas. Insistió en que la vida es libertad, en contraposición a la dependencia del mercado y que la naturaleza no resiste la civilización del “use y tire”.
El Presidente de la República, José Mujica, repasó y profundizó en Radio Uruguay algunos de los conceptos expresados en su anterior audición, por esta misma emisora, sobre la tendencia mundial al consumo, que es propia de la civilización contemporánea y consecuencia de la globalización, “generando una cultura de masa que es funcional a la necesidad de acumular más y más riqueza, propia de esta etapa del capitalismo”.
“El capitalismo necesita multiplicar permanentemente el consumo, innovar en los productos que presenta persiguiendo su objetivo: la acumulación. Todo se hizo mercado, desde el nacimiento hasta la muerte. Todo se convierte en productos y servicios de consumo”, aseguró. Agregó que resulta difícil separar en la conciencia de la gente las categorías de consumo básico, imprescindibles para la vida, que son determinantes y deberían priorizarse, de los otros consumos inducidos por la presión social y el marketing, que produce una conciencia del triunfo para quienes tienen éxito profesional, reconocimiento e ingresos económicos que aseguren el alto consumo. Aseguró que quienes son pobres y no pueden asistir a “la feria del consumo” caen en el auto desprecio y la exclusión.
También dijo que esto explica muchas conductas sociales, ya que “al grueso de la gente le cuesta distinguir el consumo verdadero de lo que es falsa expectativa creada por las fuerzas sociales que operan sobre nosotros y que nos hacen perpetuar la sensación de miseria e injusticia”. Mujica aceptó que algunos individuos puedan sentirse felices cuando satisfacen ese tipo de necesidades, que están ligadas a la producción “y anudadas a la perversa cadena de esclavitud que va fraguando el afán de acumulación que está en la base de esta cultura”. Pero consideró que, en ese caso, las personas no son autónomas cuando compran. Insistió en que hay una tácita admiración, para mucha gente, “del opíparo consumo de los sectores más privilegiados”.
El Presidente recordó que también están quienes opinan que, por el contrario, el consumo es “el abecé de la democracia económica, que la gente tiene autonomía, que nadie obliga al consumidor, que hace una elección, y que es un premio a la lucha por la libertad y la competencia. Hay una parte de verdad, porque el consumidor no es siempre un estúpido ni se deja manipular. Pero nos olvidamos de que no hay para todos, no todos pueden consumir. Entonces ese consumo no es justo porque mucha gente quedará excluida”.
El jerarca puntualizó que la verdadera libertad exige tener capacidad de opción y que es difícil que el consumidor tenga libertad informada para elegir. “Los consumidores necesitarían cierto grado de asesoramiento antes de la toma de decisiones, pero eso no existirá”, sostuvo.
Aludió al concepto de pobreza, defendiendo la idea de Séneca, de que pobres son aquellos que precisan mucho, porque quien mucho precise para vivir terminará esclavizando su vida. “Ninguna riqueza es más importante que la vida. La vida es libertad y libertad es tiempo, tiempo disponible para gastarlo en las cosas que te gratifican”, reflexionó Mujica. En este sentido, insistió en que la mayor riqueza es estar vivo.
“La esclavitud contemporánea se llama consumismo. Es una enfermedad de masas que es funcional a los intereses de la acumulación”, reiteró el mandatario, quien agregó que ese “consumo desaforado de masas” es imposible para el mundo entero, sobre todo porque la naturaleza no resiste la civilización del “use y tire”. “No se puede agredir permanentemente a la atmósfera, no se puede despreciar el agua ni el medio ambiente. Nos damos cuenta de que la verdadera lucha ecológica es una lucha política”. Mujica concluyó su intervención explicando que los planteos de los ecologistas, que definió como “honrados”, deben tenerse en cuenta, porque intentan mitigar apenas las consecuencias de esta civilización consumista.
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