El maestro Julio Castro murió el 3 de agosto de 1977, a los tres días de su secuestro, de un balazo en la cabeza, fuertemente maniatado y con un alambre en los tobillos, según el informe de la junta médico forense que trabajó con sus restos. Además, se constató que el disparo fue realizado por una tercera persona y “un fragmento de costilla con fractura” permite establecer que sufrió “torturas y apremios físicos asociados al momento de la muerte”.
Luego de los adelantos de todos los medios se realizó la confirmación oficial de que los restos óseos hallados en el Batallón 14 pertenecen al maestro Julio Gerardo Castro Pérez. La confirmación estuvo a cargo del secretario de la Presidencia, Dr. Alberto Breccia quien dijo: ‘De acuerdo a las pericias realizadas se confirma que los restos óseos encontrados en el Batallón 14 de Infantería pertenecen al maestro Julio Castro” y agregó que ‘una profunda conmoción y tristeza produjo este hecho en el Presidente de la República, José Mujica cuando se enteró de la noticia”.
El jerarca, en nombre del Gobierno agradeció al antropólogo José María López Mazz (53) y a cada uno de los integrantes del grupo de investigación en arqueología forense. En ese contexto, tuvo palabras de elogio para el equipo argentino de antropología forense que colaboró con pautas y guías metodológicas.
El científico López Mazz agradeció la confianza a la Universidad de la República y especialmente a la Facultad de Humanidades y Ciencias, a los estudiantes y funcionarios no docentes, en un proceso complicado como es la búsqueda de localización e identificación de los detenidos desaparecidos que ocurre en diferentes lugares, espacios y tiempos, bajo diferentes ópticas disciplinarias.
Los trabajos en el Batallón 14 se iniciaron en 2005 y en febrero de este año comenzó una nueva etapa a partir de excavaciones sistemáticas en diferentes zonas del predio. El día 22 de octubre a las 10:30 horas en la trinchera número 208 se localizó el cuerpo, y luego de las pericias de ADN, se comprobó que era el maestro Julio Castro. Luego de este hecho las probabilidades de encontrar más restos óseos aumentan, afirmó el antropólogo tacuaremboense López Mazz.
La historia – Julio Gerardo Castro Pérez nació en Florida el 13 de noviembre de 1908, fue maestro, intervino en campañas de alfabetización en América Latina (vivió en Ecuador entre 1966 y 1970), asesoró a la Unesco y escribió ensayos que marcaron toda una época, como “El analfabetismo” o “La escuela rural en el Uruguay”. En 1945 se trasladó con jóvenes estudiantes montevideanos a Caraguatá, zona rural del departamento de Tacuarembó en las llamadas Misiones Socio Pedagógicas. Lo acompañó a Carlos Quijano en el semanario “Marcha” desde sus comienzos (1939), y a la hora de su clausura final, el 26 de noviembre de 1974, era subdirector de la publicación y su redactor responsable. Fue uno de los firmantes de la declaración del 7 de octubre de 1970, propiciando la unidad de las fuerzas progresistas, que devino en el surgimiento del Frente Amplio en febrero del año siguiente. Estaba jubilado y tenía un pequeño campo en la localidad de Cuchilla de Arbolito, en Tacuarembó. Era de los disidentes a la dictadura que se mantenía activo, esperanzado, en contacto con sus compañeros, muchos en el exilio (Quijano vivía en México; Arturo Ardao en Venezuela).
El domingo 31 de Julio de 1977, Castro y su mujer, Zaira Pilar Gamundi (64) regresaron de Santa Lucía del Este. Al abrir la puerta del apartamento, encontraron un papel que les indicaba que había muerto el historiador Eugenio Petit Muñoz, y que el sepelio sería al día siguiente, a la hora 11, en el Cementerio del Buceo, la Policía había prohibido los avisos fúnebres. El lunes 1º de agosto, Castro salió por la mañana en su camioneta marca Indio. Era su intención despedir a Petit Muñoz en el Buceo, pero antes pensaba dar algunas vueltas. Vestía un pantalón de lana marrón con rodillera, un pullover de lana verde, saco negro, sobretodo jaspeado y sombrero gris. Estuvo brevemente en lo del periodista Efraín Quesada, que vivía en Llambí 1417, pero nunca llegó a la casa del entonces capitán Óscar Lebel, situada a pocas cuadras.
Sobre las 10.30, Julio Castro fue interceptado en Rivera y Soca por dos hombres que lo obligaron a entrar en un auto, mientras un tercero se hacía cargo de la camioneta de color amarillo y negro. Todos pertenecían a un comando del Servicio de Información de Defensa (SID, inteligencia militar) dirigido por el comisario Ricardo Zabala, que lo secuestró y lo condujo a una cárcel clandestina (“La casona”), situada en Millán 4269 esquina Loreto Gomensoro, donde fue reconocido por otros presos.
Las causas de la muerte – Según el informe forense, «las lesiones se encuentran en región craneal y vértebras cervicales. Se trata de lesiones extensas que alcanzan todo el cráneo, con un gran conjunto de fracturas y soluciones de continuidad (faltantes de huesos) que se corresponden con lo que se denomina ‘estallido de cráneo’. Se encuentra a nivel frontal un cuarto de circunferencia correspondiente a orificio de entrada de proyectil de arma de fuego». Los forenses aclaran que no puede descartarse que haya sido más de un disparo. «Por tratarse de restos esqueletizados, no es posible establecer una causa de muerte certera, sino la determinación de la causa mas probable. La causa más probable de muerte es el disparo de arma de fuego a nivel craneal», afirman. El informe descarta la accidentalidad o la lesión «auto-inferida». «Se establece entonces con certeza como causa de muerte el disparo realizado por tercera persona». «Además de las lesiones óseas, el hallazgo de ligaduras de ambas manos en posición anterior, con nudo fuertemente ajustado así como un alambre asociado a la región de los tobillos y un fragmento de costilla con fractura de características perimortem permiten establecer la situación de apremios físicos asociados al momento de la muerte», afirman.
Sé el primero en comentar