El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, propondrá al Poder Judicial dos pasos más en el sistema de rehabilitación de personas privadas de libertad. Por un lado un régimen especial para quienes organizan delitos desde la cárcel y el otro es para implementar al final del régimen progresivo e implica el uso de tobilleras de vigilancia para reclusos con libertad anticipada o con salidas autorizadas para trabajar o estudiar.
Bonomi explicó que el proceso de rehabilitación es progresivo, con lo cual los privados de libertad tienen un tratamiento diferencial en función de sus antecedentes y su perfil. El objetivo es añadir dos escalones más a la progresividad.
Uno de los escalones implica el uso de tobilleras de vigilancia para que la utilicen los privados de libertad con libertad anticipada. El otro escalón estaría al comienzo de la progresividad, para los privados de libertad que organizan el delito desde la cárcel.
Generación Ceibal es más proclive a rehabilitación – El ministro Bonomi explicó que la mayoría de los privados de libertad están entre los 18 y 28 años de edad, “quiere decir que hay una generación que está complicada, y yo creo que las posteriores, nosotros de alguna manera la llamamos ‘la generación Ceibal’, que miran las cosas de otra manera”.
“El problema es que hay gente que al volcarse a la delincuencia en una época crítica como en el 2002, asumieron formas ilegales de hacerse de dinero y fueron perdiendo las capacidades para la vida legal, el hábito de trabajo, y agarraron otras fidelidades y compromisos”, sostuvo.
“Alguien que vive de la plata fácil de la delincuencia, por más que aumenten las posibilidades de trabajo o el salario, no vuelve si está acostumbrado a otra cosa. Esa es la generación difícil y donde más hay que trabajar”, advirtió.
Para Bonomi, “el hábito de trabajo no solo se agarra cuando trabaja uno, sino cuando el padre y la madre tienen rutinas para el trabajo. Eso se da en una generación posterior, hay una generación anterior que es difícil”.
Desde el Ministerio del Interior se detectó un cambio en las rapiñas, los conflictos territoriales entre delincuentes. Esto “hay que tenerlo en cuenta porque si no se lo contiene puede tener consecuencias de futuro”
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