Hoy el presidente José Mujica renunció a Héctor Lescano como ministro de Turismo y Deportes. Está en todo su derecho institucional, los ministros son cargos de confianza designados por el Presidente de la República y por lo tanto removibles por él. A su criterio. Nadie le discute sus potestades institucionales. Lo puede hacer cuando se le ocurra, como se le ocurra y sin consultar a nadie. Es su responsabilidad, en lo bueno y en lo malo.
Pero los actos institucionales tienen consecuencias políticas y humanas y alguien tiene que asumirlas. El presidente en su mensaje en el Ministerio de Turismo cuando despidió a Lescano, se asumió plenamente esas responsabilidades.
También dijo que la medida estaba prevista para julio, pero que el moderno “duende” de las imprentas ahora transformado en el infiltrado de la prensa en la casa de gobierno, hizo correr las noticias y por lo tanto se precipitó la situación. ¿Será un autocrítica? ¿Será posible que un gobierno, un presidente, que tiene una buena experiencia de clandestinidad y de reserva no pueda controlar su propio entorno? ¿Puede funcionar un gobierno en esas circunstancias, con un mínimo de seriedad y tranquilidad para su trabajo?
Lo cierto es que el Vicepresidente de la República Danilo Astori se enteró de la medida después de que se enterará la prensa…cuando estaba partiendo en un viaje oficial. No hay ninguna norma que establezca que debe ser consultado o informado, pero…considerando que el presidente Mujica ha reiterado su reconocimiento a la lealtad institucional de Astori, su constante apoyo y su compromiso con el gobierno, un mínimo de compañerismo, de atención no le hace mal a nadie. Ah, me olvidaba, Lescano es integrante del Frente Líber Seregni.
No importa si el relevo de Lescano es Lilián Kechuchian, otra integrante del FLS y de la Alianza Progresista y del equipo más estrecho del ex ministro, eso es razonar siempre en términos de poder y nada más que de poder. No consideren mi opinión, porque estoy sesgado e indignado, pero yo no hubiera aceptado, por lo menos hubiera discutido. No somos piezas de ajedrez enrocables.
Los ministros se cambian por muchas razones, políticas, funcionales, éticas, de compatibilidad, de simpatía o por la alineación de los astros, pero difícilmente sea porque son los que tienen los más altos niveles de apoyo a su gestión, porque obtienen muy buenos resultados, porque logran el respaldo de sectores políticos e institucionales mucho más amplios que su propio partido, o porque recorrieron en 7 años 400 mil kilómetros en coche dentro del país. O porque formaron un gran equipo de trabajo. Al contrario, se cambian cuando no funcionan, no dan resultados, fracasan.
Aquí asistimos exactamente a lo contrario. Si faltaba una demostración, el acto de hoy en el Ministerio fue aplastante, impresionante. Había representantes de todos los sectores del turismo, intendentes (la mayoría no eran del FA), representantes del deporte y mucha, mucha gente. Y cada vez que mencionaban a Lescano aplaudíamos durante muchos minutos. Cuando terminó el acto todos querían saludarlo, abrazarlo, reconocerle su esfuerzo. Escuché un intendente blanco decirle en voz alta a otro del Frente “tenemos que hacerle un homenaje”. Cosas poco comunes en la política uruguaya un reconocimiento tan amplio.
Están los resultados, el turismo en estos siete años en que estuvo Lescano se transformó en la actividad de mayor crecimiento de la economía nacional junto con la logística y con vientos variables: piquetes, control cambiario, crisis mundial y muchos etcétera.
No lo hizo solo, es el resultado del esfuerzo de toda la sociedad uruguaya, de los empresarios, de los que trabajan en el sector, de los éxitos económicos y sociales del gobierno, pero no hay duda que está presente el esfuerzo, el trabajo, la inteligencia para diseñar políticas realmente de Estado que realizó Lescano y su equipo.
La remoción de Lescano la considero incorrecta, injusta y además hecha con un método que le choca a mucha gente, que hiere, que afecta, que debilita. En primer lugar al propio gobierno. Las lealtades, la paciencia, la seriedad institucional es bidireccional, es mutua. En la república no hay supremos sacerdotes, hay cargos institucionales y políticos.
Otra preguntita que me surge: ¿Lescano es el peor ministro en un equipo refulgente de ministros y de altos cargos del gobierno? La respuesta se la dejo a los lectores.
Ahora vayamos a un aspecto casi olvidado de la política, lo humano, lo personal. Conozco a Lescano desde hace muchos años, más de 40, siempre como un militante y luego como un dirigente del Partido Demócrata Cristiano. Hemos coincidido y discutido y siempre es un gusto hablar con él, porque piensa, opina, se bate pero tiene un profundo sentido del acuerdo, de la búsqueda de acuerdos. Y no es por cálculo o solo por política, es por razones humanas, personales.
Es un gran tipo, siempre dispuesto a trabajar y a remangarse, con problemas de salud, de hipertensión que disimula, que oculta en su fino humor, en su sentido profundo de la amistad y de las relaciones humanas. En el acto de ayer en el ministerio había una pequeña bufanda de Liverpool que se agitaba cada tanto. No era sólo una reafirmación de uno de sus amores, era una identidad de alguien que la peleó desde abajo, en un club pequeño y donde lo quieren en serio. Y mucho.
Las anécdotas del “Negro” Lescano en el club de su alma son imperdibles y extraordinarias por su relato humano, por la pintura de los personajes. De barrio, de Belvedere, de la cuchilla.
Es un hombre de convicciones, socialcristianas y humanistas, profundas, arraigadas en un militante y dirigente de izquierda. Polémicas. De una vertiente que le aportó mucho a la novedad y a la identidad del Frente Amplio.
Entre las cosas con las que más coincido con Lescano es en el deporte, específicamente en el fútbol. Allí muchos lo quieren, lo respetan y otros lo rechazan violentamente. Esos rechazos son un galardón más importante que todos los apoyos. Me refiero a Tenfield.
Es un hombre de principios. Y lo demostró en esos momentos en que las tentaciones, el dejar pasar, el acomodarse son tan tentadoras. Sobre muchas otras cosas relacionadas con el fútbol hemos discutido y disentido, pero en lo fundamental en su ética institucional y personal a toda prueba es un referente.
Se fue por la puerta grande y el gobierno perdió algo que va mucho más allá de un muy buen ministro, perdió un cuadro político, un hombre con experiencia, un fundador del FA, una persona con gran sensibilidad en las relaciones con la gente y con la sociedad. Un hombre que hacía un enorme esfuerzo por aprender y sabía reconocer sus errores. En estos tiempos todas virtudes y defectos escasos.
De UyPRESS
Sé el primero en comentar