El pasado 1 de junio, con la presencia de las autoridades de ANCAP, una empresa contratada por el organismo inició en la localidad salteña de Pepe Núñez, los trabajos de perforación en busca de la roca generadora de petróleo, a una profundidad estimada en los 600 metros. Algunos pobladores consultados coincidieron en que los trabajos exploratorios pueden significar mejoras en los servicios en este pueblo de 60 habitantes.
Fernando Gutiérrez (45) es uno de los tres hijos del propietario del terreno en el pueblo de Pepe Núñez, donde ANCAP realiza uno de los pozos, a una profundidad de 600 metros. Gutiérrez es un hombre de mediana edad. Pausadamente, explicó a la Secretaría de Comunicación que nació en Tacuarembó pero, desde niño vive en esta localidad; donde se siente a gusto y, junto a sus hermanos, se dedica a la crianza de ganado.
Lamentó que la población local, estimada en 14 familias y unas 60 personas, “mermó con el correr de los años. Los hijos se van a estudiar a la ciudad y ya no vuelven. Está quedando un pueblo de mayores”. A modo de ejemplo, mencionó que cuando iba a la escuela local concurrían 60 niños y hoy asisten 21 o 22 pequeños.
Sobre el emprendimiento iniciado por ANCAP en la zona, el entrevistado consideró que puede significar avances para la localidad, principalmente en materia de servicios, como la energía eléctrica.
Algo de movimiento – Elbio Ferrón (65) provisto de sombrero, bombachas y botas lustradas, dijo que hace 42 años que vive en el pueblo. Las huellas en su cara denotan el paso del tiempo y sus manos, curtidas, reflejan el trabajo que ha realizado. Comenta, en plural, «trabajamos en las estancias, hacemos trabajo rural, nomás». Reconoció que la iniciativa de ANCAP permitió «que el pueblo se mueva después de varios años». Expresó que “ojalá que encontraran algo, así hay algo más de movimiento en el pueblito”. Según expresó, se entusiasma con la concreción del tendido eléctrico y mejoras en los caminos, que se deterioran por las lluvias.
Razonó que esto permitiría, que algún ómnibus procedente de las ciudades de Tacuarembó o Salto, que transitan por la Ruta Nº 31, ingrese por el camino vecinal y transite los 19 kilómetros que separan esa ruta de Pepe Núñez. No obstante, contuvo sus expectativas y esbozó un “quien sabe si lo voy a poder ver”. Ferrón, al igual que Gutiérrez, se refirió al proceso de emigración que ha sufrido el pueblo. “Con el asunto de la forestación, la gente se ha ido.
También por los hijos que van a estudiar a la ciudad. El que va pa´ la ciudad no vuelve más; ni los padres, ni sus hijos. Si ´agarran´ algún trabajo se quedan allá. Si terminan el estudio y se reciben de algo, ¿para qué van a volver a Pepe Núñez?”, razonó.
La casita de MEVIR – A diferencia de los vecinos precedentes, Lucy Barreto, vive desde hace 8 años en Pepe Núñez y no supera los 37 años de edad. Acompañada de dos de sus seis hijos, sostuvo: «es lindo vivir acá» y destacó la buena convivencia entre los escasos habitantes locales, donde asegura que predomina la tranquilidad. Su esposo es alambrador y señala que, por el momento, no le falta el trabajo. Se siente «contenta» ante la posibilidad que en un futuro se confirme la existencia de gas o petróleo en el área. «Habría muchos cambios para el pueblito —proyectó— lo que se traduciría en mejoras en cuanto a la incorporación de servicios de los que hoy se carece».
A diferencia de otros vecinos, Lucy no tiene acceso al agua corriente y se provee de un arroyo cercano. Su optimismo dejó traslucir un sueño cuando se refirió a que estaba «anotada» para acceder a una vivienda del MEVIR.
Al igual que Barreto, Juan Arezo (69) es un habitante que recientemente llegó al pueblo. Es jubilado y vive desde hace cuatro años en Pepe Núñez. Proveniente de un caserío llamado Sopas distante tres leguas, arribó acompañado de un hijo. Don Arezo, como muchos pobladores de allí, se toman del ala del sombrero o la vicera de la boina al momento de extender la mano para saludar. Tiene un «barcito», como él lo define, en la que vendría a ser la calle principal del poblado.
Un humilde rincón de expendio de bebidas alcohólicas, con mesa de billar. Ambos ingresos, la jubilación y su modesto comercio, le permiten «mantenerse», asegura, en referencia a su situación económica.
Arezo es afable y de pocas palabras. «Bien, se vive», respondió al ser consultado sobre la vida en Pepe Núñez. Sobre las tareas dispuestas por ANCAP en la zona admite, con cautela, que pueden traducirse en mejoras a sus habitantes en materia de caminos y vivienda. «A lo mejor el pueblo se acomoda más, no?, esbozó optimista.
Con mucha gentileza Nelson Gutiérrez Fros y Gladys Mirazón recibieron al diario salteño El Pueblo en su casa ubicada en la entrada del pueblo, frente a la capilla. Nelson hace alrededor de 25 años que vive en Pepe Núñez, mientras que Gladys es oriunda de la zona. Viven de la producción de su establecimiento rural, aunque frecuentan la ciudad de Tacuarembó, porque tienen casa allí, prefieren estar en el campo. “me encanta acá”, dice Gladys, “es tranquilo, es lindo vivir acá”. Tienen tres hijos varones que viven con su familia en la zona. Acerca de la movilización por la búsqueda de petróleo Nelson manifestó “Estamos esperando…”, al tiempo que Gladys agregó “han estado en casa, van a los campos, piden para entrar a poner un aparato, pero no hablan con la gente del lugar”.
Gutiérrez firmó un contrato con ANCAP por medio de escribano, por dos años aproximadamente, el que implica que van a estar trabajando, realizando las perforaciones en su predio, “no sé cuánto pagan por hectárea, no es mucho pero…, a mí no me dijeron si me dan esto o lo otro en el caso que se encontrara algo, y no se sabe si van a encontrar algo o no…”. Tienen decidido que el primer lugar donde van a perforar es acá (en su campo).
Consultados acerca de la opinión acerca de estas perforaciones, si les parece algo bueno, positivo para el lugar, Nelson respondió “¿puede ser…para el país no?”, a lo mejor tenemos que ceder un poco del predio, vamos a ver…”
LA CAPILLA CUMPLE 60 AÑOS – La familia Leal Saravia fue la que donó la construcción de una hermosa capilla ubicada en la parte más alta del poblado, que cumple en diciembre 60 años de su inauguración. “Era la nieta de Aparicio Saravia”, quien hizo dicha donación cuenta Gladys, que es actualmente la encargada de la capilla, mientras que Eloy Ramos fue quien donó el predio.
Fue en el año 1952, “en ese momento se llamaba Pueblo Charrúa, después lo cambiaron, dicen que por un comerciante, pero no sé porqué, a mí me gustaba más Pueblo Charrúa”, enfatizó. Hubo una votación para que volviera a llamarse así, pero fue muy poca la diferencia y siguió llamándose Pueblo Pepe Núñez. Hay algunos que aún quieren cambiarlo, a otros le es indiferente.
El padre “Yiyo”, va una vez al mes, llega desde Pueblo Lavalleja, a veces viene en camioneta y varias en moto.
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